miércoles, agosto 27, 2008

dos notas

Las virtudes cristianas no admiten gradación mi matiz: no se puede ser bastante compasivo, algo generoso, ligeramente caritativo. Pero sí intermitencias en el tiempo: tuvo un arranque de misericordia, un acceso de humildad... La confesión es la rúbrica que permite y legitima estas discontinuidades. Como es la escritura de diarios o de cartas en las culturas protestantes: el otro, o uno mismo, convertido en confesor. En todo caso, se trata de añagazas para hacer más soportable la peor de las cercanías, la convivencia con uno mismo.

*

Somos hacedores por instinto. ¿O no admiramos más, acaso –demostración siniestra–, al que se autodestruye metódicamente desde dentro que al herido o lisiado desde fuera por una calamidad inesperada? Es posible que nos apiademos más del segundo, pero no hay duda de a quién destinamos nuestro respeto más hondo. Asentimos siempre ante el hacer, incluso si es para deshacer.

jueves, agosto 21, 2008

afines

Siempre estaré más cerca de los escritores para quienes el hecho de escribir supone al menos una alegría física, instintiva, casi animal, como la de un niño saltando las olas o dejándose llevar por el entusiasmo de la carrera, jugando con una fuerza que no sabe cómo agotar, braceando en el excedente de sí mismo. Esa ligereza, al cabo, su facilidad para ir de un estado a otro, de la risa al llanto, del juego a la hosquedad. Como Dickens, que lloraba y reía con cada quiebro de la acción, y a quien sus hijas oían desde el piso de abajo decirse en voz alta los diálogos de sus personajes.

miércoles, agosto 20, 2008

efectos del tiempo

Tu cara en el espejo cada mañana, como una palabra repetida una y otra vez hasta que se vuelve incomprensible.

jueves, agosto 14, 2008

la vibración del hielo

Por cortesía de José María Cumbreño y Antonio Reseco, los generosos impulsores de Littera Libros, que hace cosa de un año y medio me hicieron una invitación en forma de libro. Es un poco ridículo aprovechar este espacio para hacerse publicidad a uno mismo, pero también sería mezquino (y bastante incomprensible) no difundir en lo posible una iniciativa en la que ellos han invertido tiempo, fuerzas y dinero. Aunque lo hermoso del proyecto sea, precisamente, su modestia, su corto radio comercial, la casi gratuidad de un esfuerzo que ahora ha fructificado alegrándome el verano.

La explicación a este galimatías, aquí.