No ya la sensación de estar asistiendo desde fuera a la película de mi vida, sino de haberme equivocado una y otra vez de plató, de rodaje, de sala.
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Habla como si quisiera apartar las cosas con su aliento.
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Quizá me falte razón, pero me sobran razones.
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Vio su rostro en un charco de sangre, y se arrojó a él.
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¡Cómo relumbra su armadura al sol! Las cenizas del caballero se remueven orgullosas.
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Busca formas de penitencia que no sean ostentosas.
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Va de una palabra a otra por puertas y galerías secretas. Se desprende del poema como de una piel seca, una cáscara fósil.
Cómo molan las hormigas, Jordi.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarMi hormiga favorita la segunda...inocente y telúrica al mismo tiempo.
K)
gracias, Alberto y K.
ResponderEliminarviva el hormigueo intelectual. abrazo, J12