Por encima de Dios, una prohibición: no puede pisar la Tierra.
La ineficacia de sus sirvientes y enviados. Todo empieza a estar más claro.
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El inmenso cansancio de la creación.
El estupor de Dios al despertarse de su largo sueño y leer cuanto le atribuyen desde que el mundo es mundo.
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Crear para que luego los demás puedan creer, el privilegio del dios. Creer cualquier cosa para luego poder crear, nuestra miseria.
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Dios, en su soledad de eones interminables, no es menos capaz de cualquier cosa por salir de su entumecimiento que un puñado de adolescentes, una tarde de sábado infinita, pateando el aire desde su hastío de calle de barrio.
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Dios se limpia los dientes con un palillo, y de pronto una recua de hombres cae aullando al vacío.
Dios, por encima de todo. ¡Dios mío!
ResponderEliminarcreo que es un error diferenciar a dios de uno mismo, no hay otro uno mismo que dios, ni más dios que el vivo en lo que es cada uno
ResponderEliminarGracias, fl(h)uir, sospecho que mi buen amigo Paco León estaría muy de acuerdo contigo. Yo soy menos juanramoniano, me temo, y muy poco divino. Saludos, J12
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