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El chiste de la nevada
¿Te sabes el del tipo aquel de Heaton Mersey?
Mujer en casa, amante en Hyde, querida
en Newton-le-Willows y dos hijas encantadoras
en Werneth, en tercero de secundaria. Bueno,
pues como iba con retraso y tenía un buen coche
no hizo caso a los avisos de tráfico y trató de salvar
las últimas seis millas de ventisca en el páramo;
y en cosa de minutos, dicen, quedó atrapado.
Se entretuvo pensando en la vida y en cosas así;
sobre lo que hace el perro al morderse la cola
y sobre la serpiente que se comió a sí misma.
Y vio la nieve cubrir el parabrisas
y se sintió a gusto; y el whisky en la petaca
era cálido y suave, y aunque no tiene gracia
el chiste acaba más o menos así.
Lo hallaron inclinado sobre el volante
con la palabra VOLVO grabada del revés
en la frente helada. Y más tarde, en el pub,
empezaron a discutir alrededor de un ponche
sobre quién de ellos tenía más mérito.
¿El que confundió la antena con una rama de espino,
el que reconoció la silueta del coche
o el que dijo que oyó la bocina, quejándose
suavemente como un despertador bajo el edredón?
Trad. J. D.
Reamente bueno y de chiste nada, es un poemazo.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Qué maravilla este poema, y qué maravillas las que consigue un poeta de casta. De algún modo me recuerda el que creo que pueda ser el mejor epigrama de la lengua castellana, uno de Carlos Martínez Rivas, donde el humor se esconde en los signos de puntuación. No sé si lo conoces, se titula "El pintor español" y dice así :
ResponderEliminar–Yo pintaré un hombre con una linterna.
–Hazlo. Pero ¿qué le pondrás
alrededor para que se vea?
–Pues, noche –dijo, ya iracundo.
Anécdota poética; el ataúd de nieve. Me ha encantado.
ResponderEliminarwow! Adolorido el poema...
ResponderEliminarSaludos,
OA
Estupendo, Jordi. A esto se le llama empezar bien un lunes. Abrazos.
ResponderEliminarHermoso poema y estimulante blog.
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