BITÁCORA DE JORDI DOCE. Mis últimos poemarios son En la rueda de las apariciones. Poemas 1990-2019 (Ars Poetica, 2019) y No estábamos allí (Pre-Textos, 2016). Además de traducir la poesía de William Blake, Anne Carson, T.S. Eliot y Charles Simic, entre otros, he publicado los cuadernos Hormigas blancas y Perros en la playa, y los libros de artículos y de crítica Imán y desafío, Curvas de nivel y Las formas disconformes. He reunido mis versiones de poesía en Libro de los otros (Trea, 2018).
jueves, marzo 25, 2010
a la espera
Por mucho que te resistas, lo que al final perdura son los tics. Desaparece la carne, el nervio que animaba el gesto, el hueso que le daba relieve y cimiento, y sólo queda un rastro de piel reblandecida que de vez en cuando salta como por un resorte, un eco traidor e irreprimible que sigue latiendo mucho después de tu ausencia. Un reflejo animado, una ruina móvil, el retrato póstumo de tus defectos por todo testimonio. La momia hedionda de aquello que llamabas estilo.
pero, pese a todo, está la espera, a la espera. Me ha gustado el ritmo y la cadencia de tus palabras. Saludos
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo, Jordi, verlo así ¿es ya saber evitarlo? (en tu caso, sin duda). El proceso tal vez podría llamarse también "músculo acostumbrado" (aunque quizás esta sea una fase previa a la desecación que aquí describes).
ResponderEliminarMe ha sorprendido esta descripción del estilo y, me pregunto y te pregunto, si ese descarnamiento lo provoca el estilo de una lectura en especial.
ResponderEliminarSaludos
Supongo que hay que estar vigilante, tratando de detectar ese momento fatal en que el estilo se convierte en "maniera", es decir, en repetición hueca de lo ya hecho. Pasa en todas las artes. Y pasa, muchas veces, sin que nos demos cuenta... Saludos, J12
ResponderEliminarContundente reflexión de quien anda al acecho. No recuerdo quién decía que el estilo era eso a lo cual se llegaba al cabo de años de lucha, con grandes esfuerzos y el resto de la vida no era más que una lucha por deshacerse de él. Una momia y hedionda!
ResponderEliminarSaludo