Se sube a lo más alto del podio y desde allí proclama a voz en grito que es el más puro, el insobornable, el que nunca se venderá por nada.
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Él sólo pone el pie donde antes ha puesto palabras, alfombrando el camino.
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Sabe tanto de tantas cosas que ha dejado de creer en nada.
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Todo lo que oye es un viento que mueve sus orejas. Así se abanica.
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El mundo se estrella contra su frente, y los fragmentos le sirven de palabras.
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Sólo teniendo miedo, evitando y esquivando ciertas cosas por temor, le fue posible hallar el camino a casa.
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Robó el hilo con que zurcieron nuestros cuerpos y lo cortó en pequeños fragmentos: eran palabras.
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Recorta cada una de sus frases hasta encajarla exactamente en el espacio de una huella.
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El buen escritor sólo pone una condición para jugar: que la baraja esté incompleta.
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Esos dientes que asoman, temblorosos, cuando ríe a carcajadas, como una sierra que se abriera paso ciegamente hacia el futuro.
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De pronto, en el carril de la línea, una idea se aparta por sorpresa y comienza a adelantar a sus palabras.
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Nunca llegarás a nada, le dicen fugazmente antes de alejarse, arrastrados por la multitud.
Para reflexionar.
ResponderEliminar"Nunca podremos tapar una huella con otra huella"
Robó el hilo con que zurcieron nuestros cuerpos y lo cortó en pequeños fragmentos: eran palabras.
ResponderEliminarprecioso
Gracias, Ana. ¿Reconoces al de la primera frase? Bso, j12
ResponderEliminarJordi, buenos aforismos.
ResponderEliminarTe envío una entrevista a Geoffrey Hill, por si no la has leído:
http://www.standpointmag.co.uk/node/3154/full
Buen verano.
Inteligentes en ideas y síntesis. Lo que escribo ahora, en parte, se identifica mucho con este estilo.
ResponderEliminarAbrazos desde mis vacaciones.
Aarón García Peña
A cual mejor, para copiar, imprimir y reflexionar.
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