En el cuarto amarillo
la luz tangente y amarilla
acalla el lenguaje con tiempo,
me lleva al escritorio
ahora que es tiempo
de anotar, como un monje
copista, no sabría decir qué,
mientras unos desconocidos
desmontan el hogar
donde crecí, el medio
en que nado en silencio,
de manera que cuando lleguen
con descaro a la puerta
para cargar las cajas
ya no estaré,
disuelto por la luz
amarilla y el timbre
de advertencia del mirlo.
Trad. J. D.
la luz tangente y amarilla
acalla el lenguaje con tiempo,
me lleva al escritorio
ahora que es tiempo
de anotar, como un monje
copista, no sabría decir qué,
mientras unos desconocidos
desmontan el hogar
donde crecí, el medio
en que nado en silencio,
de manera que cuando lleguen
con descaro a la puerta
para cargar las cajas
ya no estaré,
disuelto por la luz
amarilla y el timbre
de advertencia del mirlo.
Trad. J. D.
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Un viejo poema de Stephen Romer (Hertfordshire, 1957), de su libro Tribute (Oxford University Press, 1998), centrado casi en exclusiva en el relato de una separación amorosa. Un libro tenue, ascético, obsesionado con la luz y los espacios vacíos, el río de silencio y desamparo que fluye por debajo de nuestros actos, el modo en que el aire parece cambiar de peso y de color a lo largo del día. Así este poema, que relata una mudanza y una desaparición, un cambio y la continuidad de la luz sobre todas las cosas. Un poema que, como todos los de este libro, tiene la delicadeza de una rama helada a punto de romperse, el resplandor de unas brasas que podrían extinguirse en cualquier momento.
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Muy buen poema, si señor.
ResponderEliminarUn saludo.
jordi, gracias por abrirnos caminos. el blog es una delicia y caminarlo un placer.
ResponderEliminarGracias, amigos. Es un placer contra con vuestra lectura. Un abrazo, j12
ResponderEliminarGracias por darnos a conocer este estupendo (e inquietante) poema.
ResponderEliminarEl poema es exquisito y frágil, como exquisita y frágil es la imagen de "la rama helada a punto de romperse" que proponés.
ResponderEliminarGracias, Jordi (y parece que las gracias nunca habrán de ser suficientes...)
Gaby.
Bueno, soy yo quien debe agradeceros una vez más vuestra atenta (y generosa) lectura. No siempre estoy seguro de que ciertas cosas puedan gustar o interesar, y a veces las reacciones me sorprenden... en este caso para bien. Un abrazo, J12
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