Algunos de mis amigos marxistas debaten como si sólo ellos
hubieran comprendido de qué va la historia y tuvieran, por lo tanto,
legitimidad, no ya para cambiar o transformar lo real –que solía ser lo suyo–, sino
para refutarlo. ¿Refutar la realidad? Una colega me dijo una vez que ella, en
relación con el cine, estaba en contra.
Vaya, pensé. Pero no había duda ni sospecha en su forma de hablar. Su franqueza
era muy seria y su seriedad tenía la transparencia –la pureza– de un bloque de
hielo.
No tengo amigos entre los neoliberales, pero sospecho que
sus operaciones intelectuales son bastante más realistas (léase: cínicas) y
desde luego más peligrosas: ellos no refutan lo real, simplemente lo disfrazan
y tuercen y le dan vueltas de campana para mejor arrimarlo a sus intereses. No
sé si de paso, descubren que es el mejor método para negar a los que no
comulgamos con sus trampas y escamoteos y así echarnos de un ámbito, el de la calle
o la plaza pública, en el que por otra parte nunca han creído.
Esto...¿Por qué hay que ser una cosa u otra? ¿Y por qué las ideas le separan de la gente? Esa actitud de "a ti no te ajunto" me recuerda a algo que me pasó con una mujercilla bastante atrapada también por las ideas (parece ser que otro tipo de ideas), precisamente en una plaza pública; justo cuando me la presentaron, me preguntó: "¿qué signo eres?"; le respondí: "acuario". Y ella me dijo entonces: "uff, tú lejos, que eres de otro planeta". Qué cosas.
ResponderEliminarYo creo que Jordi más que ser una cosa u otra, lo que propone es no ser ni una cosa ni otra. Es decir, no encasillarse y no pensar sobre una plantilla ya elaborada.
ResponderEliminarCarlos
Gracias, Carlos. No creo haber dicho algo diferente... Quizá la ironía final sea que los neocons o neoliberales han hecho suyo el imperativo de transformar el mundo del viejo marxismo y lo están aplicando con una ferocidad y un rigor sistemático absolutamente demenciales. Saludos, J12
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