Hace
unos meses el poeta y comisario de arte canario Isidro Hernández, hombre de
rara generosidad y uno de los manes que protegen y dan fuerza al TEA (Tenerife
Espacio de las Artes), me llamó con una de esas propuestas a las que es difícil
resistirse: escribir un poema para Metales,
la exposición que el TEA dedica actualmente a la artista canaria Maribel Nazco
y que se mantendrá abierta al público hasta el 6 de enero del año que viene. Una
muestra que recoge muchas de las esculturas en metal que Nazco realizó durante
los años setenta y que merecieron los elogios encendidos de, entre otros, el
gran Eduardo Westerdahl.
Vi
imágenes de los metales, leí a
Westerdahl y recogí el guante. Nunca he escrito poemas por encargo, pero en
este caso me pareció posible y hasta deseable: la calidad y la naturaleza de
las obras, cuya apariencia de paisajes misteriosos evoca igualmente la calidez
de cuerpos que se aman, me hechizó por completo. Como si esas planchas de cobre,
aluminio, zinc o acero sometidas a complicados procesos de erosión y oxidación
con ácidos, y también a un delicado trabajo de limpieza y pulimento, hubieran
adquirido el tacto y el volumen de dunas y arenales, o de cuerpos que se buscan
bajo la luz irreal y cegadora del sol.
Lo
dice con más claridad Isidro en el texto que acompaña el anuncio de la
exposición en la página web del TEA:
Es,
el suyo, un mundo eminentemente constructivo y abstracto, pero en el que la
alusión a la figura humana aparece en todo momento, logrando así una
reconciliación entre la forma y lo informe, entre lo figurativo y lo abstracto.
Los contornos deliberadamente curvos, sinuosos y orgánicos, sugieren,
inevitablemente, cuerpos y figuras humanas irisados de erotismo, pero también
paisajes; «paisajes corporales», para decirlo con palabras de Maud Westerdahl,
que «han tomado largos baños de luna, han flotado y nadado de noche en el
interminable río de la Vía Láctea, han rodado para pulimentarse en las vueltas
del cielo».
El
fruto de mi abordaje es este poema, «Aquí», que envié en versión manuscrita y
que Isidro ha tenido la gentileza de hacer dibujar o perfilar en la pared de la
exposición. El resultado es inmejorable, como puede apreciarse en las fotos
adjuntas. No sé aún si el poema se entiende fuera de esa pared, lejos de las
obras que animaron su escritura, pero de momento me basta con saber que ha
vivido entre ellas, a la luz que entra cada día por el gran ventanal de la
sala. No pierdo la esperanza de poder viajar a Tenerife antes del próximo día de Reyes para ver la exposición en persona (y visitar de paso a los muchos amigos que
tengo en la isla). Aunque de tanto mirar las fotos me parece que ya he estado aquí.
aquí
Es
un sol que amanece como si se pusiera.
Una
luz incompleta, la paciencia del tallo.
No
sabes dónde estás,
por
qué ruta llegaste,
pero
aquí, donde el suelo
tiembla
bajo tus pies
como
un idioma a punto de extinguirse,
la
curva del brotar y la curva del horizonte
se
confunden,
respiran
una en otra
para
limar las formas de la tierra,
los
velos y espesores de la tierra.
Aquí,
donde tus ojos son ojos que te miran
y
nada es del metal de que está hecho:
deltas,
riberas, vestigios de animales
y
cuerpos que se buscan bajo un sol ilusorio.
(con Maribel Nazco)
Tu delicado y bello poema le viene como anillo al dedo a las sugerentes imágenes.
ResponderEliminarConozco el TEA y he disfrutado al verlo de nuevo, aunque lo que me gustaría es poder leer tu poema allí mismo.
Gracias y saludos
Mil gracias, Isabel. También a mí me gustaría ver la exposición en persona, pero Tenerife está lejos! Saludos, J12
ResponderEliminarGracias, Jordi, por tus estables palabras. La generosidad es tuya, tanto por tu colaboración en el proyecto, como por esta reseña sobre la exposición "METALES". Hemos "linkeado", enlazado, quiero decir, tu reseña a la página web de TEA (www.teatenerife.es) a través de nuestro Facebook.
ResponderEliminarMuchas gracias y hasta pronto.
Isidro