3
Las
cosas que te dicen
son
muy sensatas, pero
no
te interesan,
están
muy lejos de ayudarte,
y
sólo
por
respeto te paras a escucharles,
sin
impaciencia,
mientras
hundes el pie entre malentendidos
y
el silencio prospera
como
un tumor en la garganta, tienes
razón,
no lo había pensado,
y
el paso fiel, el ojo acuoso.
4
Desiertos de los
días, demonios de mis noches,
decidme,
¿qué fue de la
materia que fue vida,
en qué acabaron
la sangre y su
latido, el agua
crispada del
deseo?
Ya
no quedan preguntas,
tan
sólo una insistencia muda,
como
el dormir,
y
la niña que el tiempo no ha disuelto
jugando
con
la noche, con los demonios, consigo misma.
Me ha encantado. Mejor dicho, me ha emocionado.
ResponderEliminarGracias por tu lectura, Amando. Un saludo, J12
ResponderEliminaruna pregunta, la niña que juega con su noche, con sus demonios, con sigo misma, lo hace en el desierto, o el desierto es si misma, sus días?
ResponderEliminarEstá todo en el poema, anónimo. Quizá las dos cosas a la vez. Un abrazo, J12
ResponderEliminarHoy me quedo con las dos estaciones... con tu permiso.
ResponderEliminarAbrazo.