jueves, marzo 06, 2014

tomlinson / machado


Campos de Castilla
i. m. Antonio Machado

Las cigüeñas, de nuevo en estos campanarios,
nos dicen que el invierno se termina. Este año
se quedaron, pero el sol de diciembre,
que es reflejo de su blancura, no puede hacer
que los meses se esfumen, suspensos entre
las ceras de esta escarcha, su deshielo brumoso,
y el regreso del verde a lo que ahora
se nos muestra desierto. Las encinas,
como las cepas, crían presencias color pardo;
los campos, que parecen en barbecho, yacen tranquilos
y arados sobre el grano que pronto ha de inundarlos…
pronto, esto es, para las estaciones giratorias
y las altas cigüeñas, con su longevidad por delante,
que ocupan ciudadelas de ramas apiladas sobre Castilla.

Alcalá de Henares – Toledo
 




Vuelvo a Charles Tomlinson, una vez más: un breve poema –de su libro The Door in the Wall, de 1992– que recrea o recoge en pocas pinceladas la atmósfera de los poemas castellanos de Antonio Machado, pero actualizada por la mirada analítica, casi de pintor, del poeta inglés.

El caso es que un buen amigo, el poeta y crítico José Luis Gómez Toré, me preguntó hace poco si conocía algún texto de homenaje a Machado entre los poetas de habla inglesa. Lo primero que me vino a la mente fue este poema, que por alguna razón no había traducido hasta ahora. A veces se olvida que Tomlinson es el autor (junto con Henry Gifford) de un hermoso y tempranero volumen de versiones de Machado que se publicó en 1963 con el título de Castilian Ilexes y que sigue siendo uno de los grandes ejemplos de recreación o traducción creativa del siglo veinte: un libro en el que Tomlinson reescribe muchas de las elegías y los poemas de paisajes de Machado con la tríada o verso escalonado de William Carlos Williams, ese metro saltarín que aligera el poema de barnices retóricos y hasta anticuados y lo vuelve cristal pulido, lente con la que mirar más de cerca –a placer– el mundo. Un ejemplo es el inicio de «A José María Palacio»:


Palacio,
good friend,
is spring
already clothing
the branches of the poplar trees
on road and river?
In the plain
of the upper Duero
spring
comes so slowly
but when she comes
she is all sweetness! […]


La estrategia de Tomlinson es arriesgada pero funciona, sobre todo en esa proeza que es «Poema de un día»: la rima desaparece y permite desliar los versos, desanudarlos sobre la página en forma de peldaños que van y vienen imitando el ir y venir del pensamiento, sus vueltas y revueltas obsesivas. Se preserva así la cordialidad de la poesía, su naturaleza «siempre viva, / fugitiva», de agua de «buen manantial» que brinca y fluye en el tiempo. Machado en esas viejas versiones de Tomlinson, publicadas hace cincuenta y un años, es el mismo y distinto, y la distinción lo engrandece, porque es capaz de respirar, de hablarnos, en un metro que no era el suyo y que ni siquiera hubiera concebido.

Treinta años después, a la altura de sus primeras visitas a España, el tono de la poesía de Tomlinson había cambiado: más reposado, más clásico. Un ejemplo son estos versos, apenas una viñeta, donde Machado está sin hacerse notar, como una pátina que enriquece la paleta del escritor inglés, un sesgo de la luz que nos acerca la escena y la vuelve más íntima.

El original, aquí.



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