Quejas
elevadas a la encargada,
musa de la poesía lírica,
por el sindicato
internacional
de los poetas líricos
1. Nunca nos dices qué debemos hacer,
pero sentimos tu repugnante desagrado
si no está hecho,
y bien hecho.
2. No nos pagas por hora
ni por semana, ni por año.
Podríamos bregar toda una vida
sin el premio de tu sonrisa,
pero hay que ver cómo bendices
al que un día vertiginoso
sacó una pieza de la nada.
3. Careces de instrumentos de precisión
que midan el valor de nuestras producciones.
(Tus inspectores cambian sin cesar
y algunos te profesan poco afecto).
4. Nos encierras en nuestro idioma
hasta cuando sentimos el frío de la
patria.
Cuanto más justas son nuestras palabras,
más radiantes su música y encanto,
más arduo es para ellas
conservar su atractivo
cuando intentan cruzar una frontera.
5. Promueves a los jóvenes de entre
nosotros.
¿Qué más pueden hacer los veteranos?
¿Aprender otro oficio? Si hasta esperas
que esos viejos decrépitos compitan
con la versión más joven de sí mismos.
Exigimos una pensión que dé Seguridad
estética
y un pequeño subsidio de Sabiduría
para sobrellevar los males del invierno.
6. Debemos mantener la productividad
aun cuando no hay demanda.
Nuestras piezas atestan el mercado.
Nadie nos presta oído.
¿Debemos achacarlo a nuestra incompetencia?
7. Tenemos quejas. Nos quejamos.
Pero nunca nos pondremos en huelga.
Tememos por el cierre de tu fábrica
como tenemos nuestra muerte.
Hace tiempo, cuando nos diste empleo,
pensamos que sería de por vida.
1995
Trad. J.D. / para escuchar
el original, aquí
•
Descubrí la obra de Naomi Replansky (Brooklyn,
1918) gracias a mi amigo el crítico y profesor inglés Richard Swigg (el mayor
experto que hay sobre la tierra en la obra de Charles Tomlinson). Hace poco
aprovechó un viaje a Nueva York para visitarla en su casa de Manhattan y realizar
una pequeña grabación doméstica: Richard se interesa por el modo en que los
poetas leen su propio trabajo y ha sabido crear con los años un archivo impresionante
de voces y de lecturas de poesía. La lectura que hizo Replansky de sus poemas
le impresionó: ágil, expresiva, llena de fuerza y de convicción, y al mismo
tiempo capaz de dar a cada sílaba y a cada palabra su acento peculiar. Se puede
escuchar, toda ella, aquí.
A sus casi 98 años, Replansky es
seguramente la decana de las escritoras norteamericanas y uno de los grandes
secretos de la poesía en lengua inglesa. Un secreto a voces, porque la
publicación en 2012 de sus Collected
Poems (en Black Sparrow Press) despertó una ola de reconocimientos públicos
y de elogios de escritores tan diversos como David Ignatow, Grace Paley o Ursula
K. Le Guin (que suceden a los que le dedicó en su día George Oppen). Es verdad
que su primer libro, Ring Song
(1952), fue finalista del National Book Award, pero hubo que esperar nada menos
que 36 años, hasta 1988, para leer una segunda entrega de su trabajo. Una razón
es que, como explica la propia poeta, «escribo lentamente». Otra forma de
decirlo es que estamos ante una perfeccionista de manual, empeñada en pulir y refinar
sus poemas hasta la extenuación.
Pero hay otros motivos, nada desdeñables:
como muchos escritores de su generación, Replansky coqueteó con el activismo
político y en concreto con el sindicalismo obrero, de orientación comunista,
que alcanzó su apogeo en los años previos a la Segunda Guerra mundial. Pasó los años cincuenta del siglo pasado haciendo trabajo social en Los Ángeles, donde se
relacionó con los grupos más contestatarios y «sospechosos» de la poesía
angelina: allí la furia del macartismo y la caza de brujas cayó sobre ella y la
convirtió, al menos por un tiempo, en una paria. Aunque no habla mucho de esa
época, parece que terminó haciendo un poco de todo, ganándose la vida en
trabajos ásperos y no demasiado compatibles con la escritura y la vida
contemplativa. Me alegra añadir que desde hace años vive plácidamente en
Manhattan con su compañera, la escritora Eva Kollisch (conocida también por
haber sido pareja de Susan Sontag en la década de 1970).
Con decir que las influencias predilectas
de Replansky son Blake, Dickinson, Brecht y la poesía tradicional japonesa
podemos hacernos una idea bastante aproximada de su escritura: una poesía
lírica, casi cantábile en ocasiones, de arte menor y muy rigurosa formalmente,
breve y lapidaria. Abundan los cuartetos rimados, los poemas que cortejan el
ritmo y el tono de la canción, como en su admirado Brecht (a quien ha
traducido), los epigramas, etc. Y muchos poemas tienen algo de fábula truncada,
como si fueran poemas infantiles para adultos, oscuros y perversos, con un tono
falsamente naif que no esconde su pulsión expresionista.
Todo esto hace muy difícil traducir su
poesía. He elegido este poema en concreto porque es de los menos formalistas de
su producción, y porque tiene un sentido del humor (me recuerda vagamente el
tono de cierta Szymborska) que viaja con facilidad a nuestro idioma. Sin
mencionar que no hay poeta, me parece, que no haya querido plantearle al
capataz universal de la poesía un pliego de quejas como el que detalla
Replansky.
Qué grato y emocionante descubrimiento Jordi.
ResponderEliminarGracias
Gracias, Miriam. Me alegra mucho que te guste... Saludos, J12
ResponderEliminarSiempre aprendo cuando vengo aquí.Y siempre me voy con una sonrisa o dos y la emoción colmada. Abrazo, Jordi.
ResponderEliminarUn feliz hallazgo, Jordi. Oirla y leer algo de ella ya merecen este miércoles. Gracias por tu traducción y tus palabras sobre la autora. La queja cuarta es digna de Mnemosyne. Un abrazo.
ResponderEliminarMil gracias, Índigo y Juan Antonio. Me dais un alegrón... Abrazo, J12
ResponderEliminarEstupenda traducción y estupendo, texto... Y, en efecto, es fácil reconocerse...
ResponderEliminarGracias por tu lectura, José Luis. Abrazo fuerte, J12
ResponderEliminarExcepcional, Jordi. Tan oportuno, además. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Álvaro! Abrazo, j12
ResponderEliminaruna maravilla su vida y su obra. gran descubrimiento. felicitaciones, jordi. amo también tus trabajos. susana zazzetti
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