Está a punto de llegar a las librerías el
último título de la colección Voces sin tiempo, publicada desde Badajoz por la
Fundación Ortega Muñoz. Después de los libros de Mario Luzi, Philippe Jaccottet
y Marià Manent, le toca el turno ahora a una selección de la obra primera de
Ángel Crespo (1926-1995).
La antología se titula La voluntad de perdurar. Poemas 1949-1964
y es una muestra de los poemas que Crespo dedicó al paisaje rural de su
infancia y juventud en Ciudad Real. Como explico en la nota a la edición, «mi
propósito ha sido el de ofrecer un libro de nueva planta, en el que poemas
escritos a lo largo de quince años y pertenecientes a distintos conjuntos
temáticos o temporales puedan dialogar ante el lector (es decir, con él) en un
marco propicio».
El libro se ha hecho esperar un poco más
de la cuenta, pero creo que en este caso la tardanza ha obrado en beneficio del
resultado final: me ha permitido madurar mi selección y entender un poco mejor
el horizonte de trabajo de ese primer Crespo. Son poemas de una intensidad
verbal y una finura de pensamiento verdaderamente excepcionales, y más si nos
situamos de nuevo en la época en que fueron escritos. Como Claudio Rodríguez,
Crespo bebe de la mejor tradición simbolista para volcarse en una interrogación
obsesiva del libro del mundo, esos signos terrestres que educaron su
sensibilidad y su imaginación.
El año pasado celebramos el veinte
aniversario de la muerte de Ángel Crespo con una profusión de actos y homenajes
públicos en su recuerdo. Pero el mejor homenaje que podemos hacer a un poeta es
leerlo. Y la pretensión de La voluntad de
perdurar, desde su título mismo, es justamente esa: que los poemas de
Crespo sigan vivos en nuestra lectura, que perduren en la memoria íntima de
cada cual. Lo dijo él mismo en el poema que da título a esta antología:
de todo lo que es frágil
canta en la avena loca, en las avenas
en cultos surcos, de amarillo armadas,
y canta en estos versos
que bajo el sol despegan,
se alzan –llegan ya al sol–
y abatidos, quemados, mis propios labios hieren.
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