Ana Blandiana
leyendo en el Auditorio del Centro Cultural Conde Duque,
Madrid, 27 de octubre
de 2019, dentro del festival PoeMAD
En los poemas de
Ana Blandiana, por lo común breves, suceden muchas cosas y se imaginan otras
tantas. O, mejor dicho, cada elemento baila con los demás en una coreografía
incesante de causas y consecuencias, de mutaciones vertiginosas que señalan el
camino de la extrañeza y el asombro: los párpados caen «como la cuchilla de una
guillotina / sobre el cuello del mundo exterior»; «las iglesias / se deslizan
sobre el asfalto / como navíos / cargados de terror»; o, en fin, «el horizonte
se parece a / una bola de ámbar / en la que / fosilizados dioses / y proyectos
inconclusos de ángeles / se transparentan / con asombrosa exactitud / y casi se
mueven». Si, como quería Elias Canetti, el poema «es el custodio o garante de
la metamorfosis», esto es, el modo en que el mundo se reinventa y se recrea sin
cesar para eludir la cárcel de nuestras definiciones conceptuales, de nuestros
dogmas, la escritura de Ana Blandiana es un ejemplo supremo de esta energía
transformadora, de esta fuerza de la imaginación que establece relaciones y
analogías y revela el modo en que las cosas, para persistir en su ser, se
convierten en otras y aceptan –sin reproches, con una paciencia que ha sido
puesta a prueba cientos de veces– lo que les toca en suerte.
Lo dice su
traductora Viorica Patea en un texto reciente: «Antes de ser un nombre
conocido, Ana Blandiana fue un nombre prohibido». Nacida en 1942 en la ciudad
de Timisoara, muy cerca de la frontera occidental de Rumanía con Serbia y con Hungría,
la poeta fue objeto constante de represalias por parte del régimen comunista,
que prohibió su obra hasta en tres ocasiones. Hija de un sacerdote ortodoxo que
había sido preso político –y «enemigo del pueblo», nada menos–, la poeta fue
castigada a los diecisiete años por publicar su primer poema en una revista.
Esta primera prohibición fue quizá la más dura, la más determinante: no solo
duró cuatro años, sino que supuso «la privación del derecho de cursar estudios
universitarios» y la obligó a trabajar por un tiempo como peón de la
construcción.
Su regreso como
poeta en 1964, con la publicación de La primera persona del plural,
supuso su confirmación como parte del grupo de jóvenes poetas que traían la
renovación estética a la poesía rumana: una poesía que oscilaba entre un tono
intimista y el vuelo imaginativo, el impulso subjetivo y la tensión órfica, y
que conectaba con la escritura vanguardista de entreguerras. De estos años data
Octubre, noviembre, diciembre (1972), libro editado por Pre-Textos en
2017, en el que el sentimiento amoroso –teñido de panteísmo y hasta de
misticismo– encarna en una escritura llena de plasticidad, de imágenes sugerentes
y oblicuas, de viveza.
Con los años, y
conforme el régimen de Ceacescu fue estrechando su cerco represor, la poesía de
Ana Blandiana fue haciéndose más limpia y reflexiva, también más irónica. Lo
resume muy bien Viorica Patea: «Sus temas recurrentes son el compromiso ético,
el sentido de culpa y la confrontación de la pureza con los registros
simbólicos de la degradación». Libros como Estrella predadora (1985) y La
arquitectura de las olas (1990) dan cuenta de ese esfuerzo ingente del
individuo por mantener su dignidad y una imagen ecuánime de sí mismo en la
atmósfera sofocante de una sociedad manchada por la mentira, la sospecha y la
vergüenza. Con la caída del régimen en 1989, la poeta participó –entre otras iniciativas–
en la fundación de la Alianza Cívica, organización no partidista que luchó por
mitigar las secuelas de la dictadura comunista. Libros como Mi patria A4,
El sol del más allá o El reloj sin horas testimonian el viaje de
esta poesía hacia una mayor sencillez o depuración verbal. El resultado es una
escritura sabia y crepuscular, llena de preguntas sin respuesta y de respuestas
provisionales. Una escritura perpleja, obsesionada por el estatuto de la verdad
en un tiempo de imposturas y sucedáneos, de reclamos mendaces.
•
Se podría hacer un
pequeño compendio con las reflexiones, llenas de lucidez, que Ana Blandiana ha
hecho sobre poesía. Quizá la más importante sea su defensa de la inspiración y
su retrato del poeta como un servidor atento: «La poesía –dice– no se puede inventar, hay que descubrirla. La poesía
depende sólo en cierta medida del que la compone. […] Esta dependencia de una
voz que a veces puede permanecer callada mucho tiempo […], me hace sentir feliz
como ante un milagro que me sucede, a la vez que humillada por esta dependencia
de la que no puedo librarme».
Claro que estamos
ante una poeta que descree de las definiciones y las cajitas conceptuales,
menos aún cuando se habla de algo tan misterioso como la poesía: «Decía Lao-Tse,
refiriéndose a la realidad suprema, que quien no la ha conocido no habla de
ella, y que quien lo hace es porque no la ha conocido. Así es. Una vez di una
definición algo cómica, pero veraz: dije que la poesía es como un halo, una
aureola que, para ser entendida y aceptada, intenta tomar la forma de un
sombrero».
Y, por último: «Siempre
he soñado con un texto que tiene varios planos, perfectamente inteligibles,
cada uno autónomo y distinto, parecido a los murales de los monasterios
medievales en cuyos paisajes se vislumbran, desde ciertos ángulos, las figuras
de los santos». Así, como los frescos de las iglesias bizantinas de su país, es
esta poesía: un calidoscopio de imágenes y formas, de ideas pintadas y
metáforas que piensan, de extrañezas que acompañan y compañías que no dejamos
de extrañar.
Tuve miedo
Tuve miedo de
nacer,
Es más: hice
Todo lo que
dependía de mí
Para que esta
desgracia no tuviera lugar.
Sabía que tenía
que gritar
Para demostrar que
estoy viva.
Pero me obstiné en
callar.
Entonces el médico
tomó
Dos cubos llenos
de agua
Fría y caliente
Y me sumergió
Varias veces
Como en un
bautismo alternativo,
En nombre del ser
y del no ser,
Para convencerme
Y yo grité furiosa
NO
Olvidando que el
grito significa vida.
Trad. Viorica
Patea y Natalia Carbajosa
Otra de las perlas con que sueles sorprendernos.
ResponderEliminarSiempre me fié de tu criterio de buscador y a él le debo muchas horas de lectura y relectura gratificante,
Lamento, sin embargo, no enterarme a tiempo de los eventos programados, para no perder la oportunidad de disfrutarlos en directo.
Mi hábitos de solitario. Pero ¿hay algún medio escrito o digital donde se pueda conocer con tiempo la programación cultural en la zona?
Gracias de nuevo por el nuevo aporte.
Cuando la palabra justa describe la palabra justa, no queda más que callar y admirar: intelijencia da a algunos el nombre exacto de las cosas.
ResponderEliminarAbrazo, Jordi.