jueves, febrero 24, 2022

contra la muerte

  



Eduardo Moga, Tú no morirás, Valencia, Pre-Textos, 2021, 86 págs.

 

 

Alguna vez ha dicho Eduardo Moga (Barcelona, 1962) que toda su obra es un acto de rebeldía contra la muerte: la muerte, ese escándalo, que envenena la existencia y nos condena a bracear en el absurdo. A pesar de la tensión existencialista de sus últimos libros, Moga ha sido siempre un poeta barroco, empeñado en combatir ese falta de sentido con el placer de una palabra feraz, casi palpable, y Tú no morirás lo confirma plenamente, con su visión del amor como fuerza primordial que eleva y salva a sus protagonistas. «Amor todo lo vence», sí, como quería Virgilio.

 

Dividido en doce largos poemas que combinan el verso y la prosa –más un soneto en alejandrinos que hace las veces de pórtico–, estamos quizá ante el libro más condensado y a la vez formalmente más diverso de su autor. Desde el inicio mismo, la amada comparece como ausencia, pero es una ausencia corpórea, «desnuda […], acuciada por las dentelladas del no ser, húmeda de penumbra y de madrugada»; una ausencia material que no cesa de mutar y transfigurarse gracias al poder reproductor de la imagen. Amor y desamor conviven en una alternancia de la que salen más unidos que nunca: el dolor es alegría, el aliento es ahogo, todo baila los ritmos de la paradoja y el principio de contradicción. Y el yo se explaya en toda clase de formas –el versículo, la prosa sin puntuación, la tirada anafórica– para desvanecerse justo al final, en los poemas en prosa que reconstruyen el mal de amor de personajes reales o ficticios como Larra o Yuri Zhivago, entre otros. Por el camino, el poeta revisita el tono de sus primeros libros (La luz oída, Premio Adonáis) en dos largos poemas –el VI y el VIII– que confirman su maestría en el verso clásico y son, a la vez, el punto más alto y luminoso del libro: «Me lacera decir / tu nombre: me redime».

 

La poesía de Moga es a la vez minuciosa y expansiva, como si las palabras que pone ante la muerte crecieran hacia dentro, como matrioskas. Y aquí, además, las anima una urgencia, una necesidad, que el lector no tarda en hacer suya.

 

 

Publicado originalmente en La Lectura de El Mundo, 4 de febrero de 2022.

 

 

 


 

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