viernes, junio 05, 2009

lawrence / gato montés

Más conocido por sus novelas, D. H. Lawrence (1885-1930) fue sin embargo un poeta de enorme altura: sus poemas sobre animales y plantas, en especial los que escribió durante sus estancias en Italia y Nuevo México, marcaron una ruptura casi total con la poesía de sus contemporáneos y fueron muy importantes, décadas más tarde, para ciertos escritores de posguerra como Ted Hughes, Peter Redgrove o la misma Sylvia Plath, que hallaron en ellos una alternativa sugerente al formalismo rítimo y prosódico de la vanguardia poundiana, por un lado, y a los estrechos y hasta asfixiantes horizontes de Larkin & co., por otro. En esos poemas ensaya un verso libre, muy flexible y sutil, que replica sobre la página no sólo el movimiento o la naturaleza de aquello que retrata, sino también el proceso mismo por el que llega a percibirlo. Es verdad que fue un poeta irregular, y que muchos textos, sobre todo hacia el final de su vida, se resienten de su tendencia a pontificar sobre lo divino y lo humano: hay un exceso, más que de ideas, de ideología, y el poema se despeña con frecuencia por los terraplenes del panfleto y la declaración de buenas intenciones.

Sin embargo, poemas como «Snake» o este «Mountain-Lion» [Gato montés] tienen una frescura y un vigor admirables; y una capacidad para apresar la intensidad del instante y celebrar la fuerza de la existencia, de lo que está vivo y nos interpela desde su otredad, su diferencia, que sólo alguien como Ted Hughes ha sido capaz de replicar, aunque Hughes es más oscuro y pesimista. Quizá sobra, hacia el final, esa declaración de misantropía feroz que le lleva a despreciar con ingenuidad la vida de los hombres, pero las palabras que dedica al animal están llenas de empatía, de temblor y de temor reverente, eso que en inglés se llama «awe» y que tanta escritura contemporánea parece haber perdido.

Iré publicando más poemas de Lawrence a lo largo del verano, en general más breves. Pero está bien empezar con este gato americano, este gato de palabras encendidas, tristemente abatido y sin embargo lleno de vida.


Gato montés

Trepando entre la nieve de enero, por el cañón del Lobo,
crecen oscuros los abetos, es azulado el bálsamo, suena el agua
   no helada, y la pista es visible aún.

¡Hombres!
¡Dos hombres!
¡Hombres! ¡El único animal que uno debe temer!

Vacilan.
Vacilamos.
Tienen un rifle.
No tenemos ninguno.

Luego avanzamos, para saludarnos.

Dos mexicanos, dos desconocidos, saliendo de la niebla y la penumbra
   y la profundidad del valle del Lobo.
¿Qué hacen aquí, en esta pista casi borrada?

¿Qué es lo que lleva encima?
Algo amarillo.
¿Un ciervo?

¿Qué tiene, amigo?—
León—

Sonríe tontamente, como si alguien le hubiera pillado en falta.
Y sonreímos tontamente, como si no entendiéramos.
Su oscuro rostro es apacible.

Es un gato montés.
Un fino y largo gato, amarillo como una leona.
Muerto.

Lo atrapó esta mañana, dice, sonriendo tontamente.

Levanta ahora su rostro,
su rostro ovalado y brillante, brillante como escarcha.
Su cabeza ovalada y elegante, con dos orejas muertas,
y rayas en la escarcha brillante de su rostro, finas y agudas rayas negras,
negras e intensas rayas en la escarcha brillante de su rostro.
Hermosos ojos muertos.

¡Hermoso es!

Ellos salen a cielo abierto;
nosotros descendemos a la sombra de Lobo.

Y encima de los árboles divisé su cubil, una oquedad
en el brillo cobrizo de las rocas salientes, una pequeña cueva
y huesos y ramitas, y una escalada peligrosa.

¡Ya nunca escalará esa senda, con la chispa amarilla de su largo ademán
   de gato de montaña!
¡Y su rostro rayado, brillante como escarcha, no dejará la sombra
   de la cueva entre las rocas encarnadas,
encima de los árboles que hay en la oscura boca del valle del Lobo!

Entonces miro atrás.
En dirección al filo del desierto, irreal como un sueño;
a la nieve en las cumbres de Sangre de Cristo, el hielo en las montañas
   de Picoris,
y cerca, al otro lado, en la cuesta nevada, verdes árboles, inmóviles
   entre la nieve, como adornos de Navidad.

Y pienso que en este vacío mundo había espacio para mí
   y un gato montés.
Y pienso que en el mundo, allá lejos, podríamos pasarnos fácilmente
   sin uno o dos millones de hombres
y no echarlos nunca de menos.
¡Pero qué hueco en el mundo, el pálido rostro de escarcha
   de aquel delgado y amarillo gato montés!

LOBO

Trad. J.D.

(Nota: las expresiones en cursiva están en español en el original.)

7 comentarios:

  1. Jordi, es sólo un comentario privado (no para publicar): el verso "ellos salen a cierto abierto" (they go out towards the open), ¿no será a "cielo abierto"?... Curiosamente, la expresión presuntamente "errática" no deja de tener sentido (si bien un poco rebuscado): un terreno despejado de vegetación. Saludos.

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  2. Tienes toda la razón, Alfredo. Errata total. Gracias por descubrirla. Quizá la traducción es demasiado enfática y podría decirse "Ellos salen al claro". Lo pensaré. Un abrazo, J12

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  3. ¡Hola, Jordi!

    En enero encontré en tu blog un poema increíble de Tom Clark traducido por ti y desde entonces sigo y sigo aprendiendo con lo que haces y enseñas aquí. ¡Gracias!

    Me ha gustado este poema con su cielo abierto y su vacío mundo.

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  4. Gracias por tu bitácora. La sigo desde hace tiempo, pero es mi primer comentario. Ya conocía la poesía de Lawrence (traducida, mi inglés es má bien escaso) pero ignoraba su contexto cultural. Ya sé que me repito, pero gracias por compartir tus conocimientos.

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  5. Jordi,
    espléndida la entrevista a Heaney. ¡Gracias!
    Un abrazo
    Martín

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  6. Jordi: es la primera vez que recalo en tu blog y encuentro esta sustanciosa reseña de Lawrence y la traducción del poema. Gracias!


    Un saludo,

    Laura.

    Os escucho en Definición de savia a tí y a Esther- a quien tuve el placer de conocer en Punta Umbría el pasado mes de Mayo. Enhorabuena.

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  7. Gracias a todos, Fernando, Laura y Tera, en orden alfabético, por vuestra lectura y compañía.

    Laura, me alegra que nos escuches en "Definición de savia": somos todavía un poco inexpertos en las ondas, pero el programa fluye...

    Martín, te me has adelantado! Ahora cuelgo el enlace con el dossier Heaney. Abrazos a todos, J12

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