La plegaria de Van Gogh
Una batalla perdida en los trigales
y en el cielo una victoria.
Pájaros, el sol, y de nuevo pájaros.
De noche, ¿qué quedará de mí?
De noche, sólo una hilera de farolas,
un muro de arcilla pálida que brilla,
y al fondo del jardín, entre los árboles,
como velas puestas en fila, las ventanas;
Allí habité una vez y ya no habito;
no puedo vivir donde una vez viví, aunque
el techo allí solía cubrirme.
Señor, tú me cubrías hace tiempo.
Una batalla perdida en los trigales
y en el cielo una victoria.
Pájaros, el sol, y de nuevo pájaros.
De noche, ¿qué quedará de mí?
De noche, sólo una hilera de farolas,
un muro de arcilla pálida que brilla,
y al fondo del jardín, entre los árboles,
como velas puestas en fila, las ventanas;
Allí habité una vez y ya no habito;
no puedo vivir donde una vez viví, aunque
el techo allí solía cubrirme.
Señor, tú me cubrías hace tiempo.
He perdido la cuenta de los poemas que se han escrito sobre o a partir de Van Gogh. Pero esta miniatura del húngaro János Pilinszky (1921-1981), traducida a su vez por el poeta inglés Clive Wilmer (de quien conocemos en España una muy sugerente antología editada por Misael Ruiz: El misterio de las cosas, Trea, 2010), me ha conmovido por su sencillez, el modo casi imperceptible con que dibuja la escena, el instante, y nos acerca las emociones de su protagonista. A diferencia de «Adiós a Van Gogh» de Charles Tomlinson, Pilinszky no toma partido estético ni se pronuncia sobre el arte del pintor; le interesa la estampa impresionista, crear un ambiente, esbozar apenas la entraña de melancolía de ese eterno exiliado que fue Van Gogh, alguien para quien el pasado, por muy inmediato que fuese, era siempre una puerta cerrada.
Creo que pocas veces había realizado una traducción tan literal, en la que bastaba con seguir la sintaxis y el movimiento del original para crear una atmósfera semejante o análoga en español. No es lo habitual, desde luego. También es cierto que he partido de una traducción inglesa, aunque Wilmer parece haber quedado tan satisfecho del resultado que da el poema como propio en su reciente New and Collected Poems (por eso, en realidad, me he atrevido a retraducirlo). En fin, si tuviera que reducir el conjunto a un solo verso, creo que me quedaría con esta imagen, que tiene para mí algo de emblema y de refugio: un muro de arcilla pálida que brilla.
Por cierto, para quien tenga
interés, las traducciones de Janos Pilinszky que Wilmer y George Gomori han ido
realizando a lo largo de los años acaban de publicarse en un solo volumen con el título de Passio (2011).
El libro lo publica la espléndida editorial independiente Worple Press, dirigida
con mano maestra por Peter y Amanda Carpenter.
El original, aquí.
.
Tienes razòn, palabras sencillas y conmovedoras. Con mucho significado. Un abrazo y muchas gracias.
ResponderEliminarSara M.
«Aunque no existen pruebas concluyentes, algunos estudiosos consideran que «Trigal con cuervos» pudo ser el último cuadro pintado por Vincent Van Gogh, en julio de 1890, pocos días antes de que el artista, en medio del campo y al atardecer, se disparara en el pecho produciéndose la herida que le causaría la muerte (29 de julio). Cuando salía a pintar por los alrededores de Auvers-Sur-Oise, Van Gogh solía llevar consigo un revólver que al parecer empleaba para espantar a los cuervos...» [AJR]
ResponderEliminarJordi, me he permitido rescatar esta nota de un post de mi blog porque, aunque el poema de Pilinszky-Wilmer-Doce habla por sí solo, el contexto biográfico quizás abra caminos de interpretación interesantes. Es cierto que hace unos meses incluso se ha puesto en duda que Van Gogh se suicidara. Pero en buena parte de su obra, y de forma especial en estos trigales crepusculares sobrevolados por cuervos, hay una pregunta que no deja de alertarnos... a la vez que nos inquieta.
La nota acompañaba en el blog a «otro poema más» (seguramente el más prescindible de todos) surgido del influjo del artista (dejo el enlace por si alguien tiene curiosidad).
Gracias y un abrazo.
Mil gracias por tu comentario, Alfredo. Veo que se me pasó por alto aquella nota tuya. Te ruego me disculpes. Leídas ahora, las dos partes del poema me han conmovido profundamente. Dos finales impresionantes, en los que se funden la intensidad aforística, la tensión de preguntas sin respuestas, la constatación entristecida:
ResponderEliminarcontra qué el arma,
contra quién.
¿El arma contra el pecho es la salida?
«Ya no te pesaré más, hermano» (a Theo).
Me han encantado. Gracias por la pista y por el comentario que acompañaba los poemas, que arroja luz igualmente sobre el poema de Pilinsky.
Una y otra vez confluimos en los mismos asuntos...
Abrazo fuerte,J12
Tras releer el poema y cotejarlo con el inglés, y tener esa sensación de que todo fluye y quedarme con esa arcilla pálida, releo tu propia anotación sobre tu traducción del poema, y reaparece la arcilla pálida. Luego leo, y los comentarios de tus lectores, en particular, el de Alfredo, y pienso, con una sonrisa en la cara, en todo lo que siento aquí... y lo que aprendo. Gracias, Jordi. Un abrazo grande.
ResponderEliminarBellísima traducción que ha conseguido, como siempre es deseable, ser el mismo y un nuevo poema en español. Es uno de los poemas más hermosos que he leído sobre Van Gogh o sobre alguna de sus obras. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEscribir a partir de una imágen, en este caso de un cuadro es hacer literatura, lo otro es crítica artistica en forma de poema. Me inclino más hacia lo primero. Gracias por la traducción y descubrirme al poeta.
ResponderEliminarSigue inspirando conceptos. Por mucho tiempo que pase...
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias a todos por vuestra lectura, por estar ahí. Me alegra que el poema os haya gustado. Un abrazo, J12
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