Días de prisas y ajetreo, de trabajos pendientes y compromisos que no admiten demora. Como ya he pasado por estos trances más de una vez, sé bien que es cuestión de inclinar la cabeza, aplicarse y olvidar que hay un mundo ahí afuera. Ese mundo incluye, cómo no, esta bitácora, que apenas he tocado desde que empezó el año. Os ruego me disculpéis. Parece que el chaparrón comienza a escampar, así que espero ir activando la página a lo largo de la semana que viene.
El otro día mi buen amigo Ricardo Bada me hizo llegar, remitido a su vez por la escritora Ana Nuño, un poema visual del gran Vaclav Havel que se ajusta como un guante (un guante irónico y algo guasón, desde luego) a este «vivir sin vivir en mí» en el que ando sumido desde hace semanas, esta sensación de no estar del todo en o conmigo mismo. Se titula «Distanciamiento» y en el original checo aparecían las letras j y a, es decir: ja. Lo he traducido con la ayuda de San Jerónimo Photoshop y el resultado es este.
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Grande, Havel.
ResponderEliminarHay laberintos que abren distancias pero también acercan. Abzo.
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