Sí, créanme, a pesar de nuestra amplitud de miras política y nuestra filantropía poética; a pesar de nuestras casas de beneficencia, hospitales y escuelas dominicales; a pesar de nuestros empeños misioneros en predicar fuera lo que no logramos hacer creer en casa; y a pesar de nuestras guerras contra la esclavitud, enmendadas por la presentación de ingeniosos proyectos de ley... se nos recordará en el curso de la historia como la generación más cruel, y por lo tanto más insensata, que jamás asoló la tierra: la más cruel en relación a su sensibilidad y la más insensata en relación a sus conocimientos científicos. Ningún pueblo, comprendiendo el dolor, infligió tanto; ningún pueblo, conociendo los hechos, actuó menos conforme a ellos.
John Ruskin, The Eagle’s Nest
(1872), lección II, § 35
Palabras mayores, tristes también. Y me gustó ver de nuevo al cordero en Broadway. Un saludo, Jordi.
ResponderEliminarPalabras mayores, Jordi. Y tristes también. Me gustó recordar al cordero en Broadway. Buenos aquellos años.
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