© Luis Palmero, 2002
También
nosotros querríamos volver al paraíso, escribir el edén. Luces bien asentadas,
días que no vacilan y pupilas que miran de frente y de continuo la clara pertinencia
del ahora. Sobre la mesa, el sol y un vaso de agua. Sobre la mesa, un sol de
agua, el aire quieto del vaso. Allí estabas, hablando a espaldas de las horas,
como si el tiempo fuera un invitado incómodo, una mancha capaz de borrar las
palabras que decían el mundo. Allí estabas, bajo el toldo batido por el viento,
y el agua lamía el malecón y se colaba entre las rocas con sus dedos prensiles,
poniendo un suelo incierto donde plantar las voces, los silencios, la astucia
misma del encuentro. También nosotros querríamos borrar la sombra, el reverso
maléfico que seduce y arrastra. También nosotros, con nuestra piel viajera y la
lengua labrada por el ansia. Limos bien asentados, mezclas desatendidas, manos
que sólo manchan lo que codician. La sangre, que se lastima donde encalla. Pero
ya no es posible. Todo se ha corrompido antes de madurar. Todo es mancha y
turbión. O cayó en el desagüe donde una lluvia huraña lo arrastra y descompone
sin piedad. Las palabras que hablabas se salieron de quicio, no saben su lugar, no saben estar quietas. Las palabras que oíamos se
nos han ido de la mano y todo es ya otra cosa, distinta de sí misma,
irreparable. No podemos volver sobre lo andado. No es posible desanudar el
tiempo. Tan lejos de
aquel día, el perfume difícil del presente, su impuro aprendizaje, tan lejos
del edén.
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ResponderEliminarHay consuelo. Alguien se conformará con ese edén bajo la lona batida por el viento, con un vaso de agua, o mejor, de vino y la mirada libre entre las olas que juegan a la guerra para que lo creas amenazado y lo valores doblemente.
ResponderEliminar¿Para cuándo una nueva traducción de Simic? (También se admiten sorpresas)
A veces nos llenamos de nostalgias, nostalgias de aquello que creemos se nos escapa. Entonces la zozobra. Pero también a veces, cuando la nostalgia y la sangre dejan paso al presente, casi sin caer en la cuenta, el presente se nos abre, entre luz y sombra.
ResponderEliminarAbrazo enorme, querido amigo.