martes, noviembre 18, 2008

una reflexión

He dejado pasar unos días esperando que el asunto amainara, o al menos, para que mi opinión del asunto se enfriara un poco, pero, visto que El País ha decidido hacer campaña con él y que mucha gente del mundo literario (incluido más de un amigo) parece haber perdido la cabeza o el sentido del equilibrio en este caso concreto, me decido a consignar en esta bitácora unas pocas líneas de reflexión. Me refiero, claro está, al affaire Luis García Montero.

Porque una cosa es que le hayan condenado a pagar una multa por injurias y otra muy distinta que él haya decidido dejar la Universidad y su puesto de catedrático. Una cosa no se desprende, ni por asomo, necesariamente de la otra. Su decisión de abandonar la docencia es de índole exclusivamente privada y se fundamenta, imagino, entre otras, en circunstancias personales: para empezar, económicamente se lo podrá permitir. Coincido en la opinión que García Montero y otros muchos tienen del profesor Fortes y de la doctrina más o menos insultante y escandalosa que ha impartido desde su púlpito, puedo incluso pensar que la sentencia del señor juez es algo severa, pero la verdad judicial es esa y ante ella no caben, en sucesión inmediata, sino dos opciones: o recurrir o pagar religiosamente y pasar página. García Montero no sería la primera ni la última persona (¡faltaría más!) en tener que convivir laboralmente con alguien a quien detesta. No digamos ya en el contexto de la Universidad española, donde los cuchillos vuelan por chiquilladas de patio de recreo. ¿Realmente el periódico más importante del país tiene que dedicar una página completa de su sección de cultura, en dos y hasta tres ocasiones, para hablar de este asunto? Los que sabemos qué difícil es que El País comente alguna novedad editorial, o una exposición de interés, o cualquier actividad cultural que no caiga cerca del radio de acción y de interés de Prisa, nos quedamos sorprendidos ante este derroche de papel y tinta. Que yo sepa, la Universidad no ha echado a García Montero de su puesto, nadie lo ha expedientado, nadie ha buscado su ruina profesional. Repito: su decisión de dejar la docencia es absolutamente personal, sólo le interesa y atañe a él y a sus amigos, colegas y alumnos. Si El País tuviera que dedicar espacio a todos los conflictos laborales que se dan en nuestra Universidad, y a las reacciones y movimientos de sus protagonistas, no habría sitio para más.

Luego han llegado las circulares, el blog abierto para que uno pueda estampar su firma de apoyo, los actos de homenaje a García Lorca, Ayala y García Montero, todos juntos y no revueltos en una tríada significativa. Uno se pregunta (nada inocentemente, claro está) a quién beneficia tanto ruido de vestiduras rasgadas. ¡Cuánta publicidad! ¡Y cuántas profesiones de fe de progresismo! Resulta todo un poco extraño. Y también un poco irritante, la verdad. No se es menos progresista por no comulgar con ciertas ruedas de molino. Más bien al contrario. ¿O es que hay gente que está tan acostumbrada a que no les lleven la contraria, tan imbuida de su verdad y probidad moral, que no acepta la más mínima inconveniencia?

8 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo. Mi primer impulso fue visceral y de cabreo, aunque la poesía de Montero no es de mis preferidas. Hice del blog otro grito y lo comenté de paso en la radio. Lo del País es muy fuerte, sobre todo porque da pena ver el hueco de la poesía en Babelia, por ejemplo. Quizá nos dejamos llevar rápido. Tuvo que ser mi amigo Pepe, abogado de Almería el que me pusiera las cosas más claras porque yo tenía la idea equivocada de que el juez había dado la razón al otro protagonista. Pero la tenía, porque condenaba a Montero por injurias, no por otras historias. Es verdad que se marcha él y no todos podemos hacer lo mismo cuando alguien nos toca mucho los... Mi pregunta es si alguien puede demandar al otro señor por mentir, retorcer la verdad o la libertad de cátedra lo ampara. Pero eso es otra historia. Creo que al final se ha hecho de algo personal una batalla sin sentido. Un abrazo Jordi.

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  2. Tienes razón, Óscar. Mi comentario no tiene nada que ver con la opinión que pueda tener de la obra de García Montero. Obviamente, la Facultad podría haber hecho algo en su día, o el propio GM podría haber demandado a Fortes, etc., etc. Es un tema de política universitaria o departamental, y también de discusión personal --y moral e intelectual, todo lo que tú quieras. Pero decir: ahora me voy, lo dejo todo, se parece demasiado a una pataleta. Y, en cualquier caso, ¿realmente es un asunto público? Todos, o casi todos, tenemos que convivir laboralmente con gente a la que detestamos, o que nos da puñaladas por la espalda, o que incluso falta a la verdad más elemental. ¿Y? Nos tenemos que aguantar, convivimos, y si tomáramos la decisión de irnos, no lo conventiríamos en un asunto de orden público --yo, desde luego, jamás convertiría los conflictos personales en ejemplo de nada. Pero supongo que es una forma de ser. Un abrazo J12

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  3. Hola Jordi. Dices: “Todos, o casi todos, tenemos que convivir laboralmente con gente a la que detestamos, […] ¿Y? Nos tenemos que aguantar, convivimos, y si tomáramos la decisión de irnos, no lo convertiríamos en un asunto de orden público --yo, desde luego, jamás convertiría los conflictos personales en ejemplo de nada. Pero supongo que es una forma de ser.” Yo creo que no es Luis García Montero quien ha convertido este asunto en un asunto orden público. Tú supones que es una forma de ser, lo que quiere decir que piensas que es el propio LGM quien lo ha hecho, o eso se interpreta de tus palabras. No estoy de acuerdo en absoluto. También dices: “Su decisión de abandonar la docencia es de índole exclusivamente privada y se fundamenta, imagino, entre otras, en circunstancias personales: para empezar, económicamente se lo podrá permitir.” No creo que a Luis, en este caso, le importe el dinero. Hay decisiones que se toman por encima del dinero, como sabes. Creo que Luis toma esta decisión por algo más hondo. Creo que es una cuestión de honor. En cuanto a los interesados en hacer de esto un asunto público, no sé nada. Dices que hay alguien detrás. Tal vez, pero no caigas en la tentación de ver conspiraciones y organizaciones secretas que están detrás de todos los desordenes, ya lo hicieron las dictaduras (de derechas e izquierdas) y es un lamentable error. También podría estar detrás la simple simpatía de la gente de la izquierda (o parte de ella), sensible a todos estos temas, sin haber un plan bien trazado y organizado. Ya sabes cómo es la gente cuando le tocan sus colores. Al menos, yo pongo en duda eso de un grupo con intereses en el asunto. Si otros buscan la polémica, no culpes a LGM de este asunto. Además, no tienes la certeza de que él ha querido llamar la atención. Los intereses de parte de IU y tal vez parte de Prisa (o el PSOE) en este asunto, ¿cuáles son? ¿Económicos? ¿Políticos? No sé, yo no lo veo tan claro. Para chorradas que se leen en El País, pues una más, no nos rasguemos las vestiduras porque hablen mucho del asunto. Les gusta la carnaza, es lo que vende. La credibilidad del diario es la misma que la de El Mundo y otros semejantes: cero patatero. Yo creo que la reacción a favor de LGM ha venido motivada por simpatías a su persona, no por intereses. Y las simpatías a su persona no solamente se han despertado en ciertas gentes de la izquierda, se han despertado incluso en sus lectores, que son muchos. Si sabes otra cosa, algo de un grupo secreto con intereses, dime quiénes son y qué beneficios buscan con este asunto. Yo no lo veo tan claro. Si no sabes nada, mejor no hacer más polémica sobre este asunto, es enturbiar más las cosas. No te ofendas. Un saludo.

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  4. Hola Jordi, hola Óscar; completamente de acuerdo con vosotros os animo a que os deis una vuelta por el blog de Vicente Muñoz Álvarez y ver una vuelta de tuerca más en este asunto que huele a todo menos a pelea 'poética'. El blog de Vicente es http://hankover.blogspot.com
    Abrazos a los dos.

    H.

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  5. Totalmente de acuerdo contigo, Jordi.
    Un abrazo.

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  6. Completamente de acuerdo con la reflexión, Jordi. También fui de los que me dejé encender al principio, Pero ahora uno ve las cosas más claras. Un abrazo.

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  7. Hola a todos. Estoy muy de acuerdo con Jordi en lo del 'gesto' de dejar la docencia por parte de García Montero. A mí también me gustaría dejarla, pero la alternativa en estos momentos sería mendigar en la calle. Vivimos en una sociedad profundamente mercantilizada y, nos guste o no, la dignidad es un concepto como mínimo relativo, o más bien para llevarlo en la intimidad.

    Por otro lado, tiendo a desconfiar de los poetas que ocupan cátedras universitarias. Estoy convencido de que, al menos en parte, la difusión de su obra se beneficia de esa posición de poder.

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