
Sostenía con cuidado la cadena de la bicicleta, desenrollándola, haciéndola girar lentamente mientras la extendía sobre la acera. Era un movimiento como de faquir, como si quisiera dormir a una serpiente empujando su cabeza con la mano. Una serpiente que luego, al despertar, movería los pedales con su zigzagueo, girando sobre sí misma, tentando a su dueño con el placer de la ingravidez.
Parece que todo vuelve a la normalidad y ya puedo entrar en tu blog y disfrutarte. Un abrazo y espero verte por la Feria alguno de estos días.
ResponderEliminarBienhallado, Óscar. Me alegra mucho que todo esté volviendo a la normalidad. Si te acercas por la Feria, no dejes de avisarme. Allí estaré. Abrazo, J12
ResponderEliminarEste es uno de esos ejemplos claros de texto epifánico... Una imagen vista en la calle por casualidad, un momento de lucidez, otro de ceguera interior y, ¡boom!, poema. Eso es pensamiento imaginario... sí señor. (Saludos desde la isla de El Hierro, hermano.
ResponderEliminarmil gracias, paco. abrazote, J12
ResponderEliminarMe parece bellísimo!
ResponderEliminarMe encanta lo de "Perros en la playa", y la explicación del por qué. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Nacho, Leo, gracias de corazón por estar ahí. Abrazo, J12
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