Presas,
las mimbreras enrojecidas
bruñen
arena y nieve,
vellos de hielo
se encrespan en su lomo
este Loira indolente
charrie
son troupeau
pero también aquí
en las mimbreras, bajo el agua,
hay calor,
trazos dorados, terracota,
su mano en mi mano
curso que fluye
pureza de la vida
desde aquí y desde ahora
[trad. J. D.]
Hace casi año y medio el poeta inglés
Stephen Romer (Hertfordshire, 1957) compartía con sus corresponsales uno de sus
últimos poemas, una pieza breve y delicada, muy en su estilo, que iba
acompañada de varias fotografías invernales del río Loira entre hielos y nieve.
Romer se prodiga muy poco en la red, así que recibir un mensaje suyo es casi un
acontecimiento, y más si incluye un poema inédito. Desde el pueblo de Mosnes,
muy cerca de la ciudad francesa de Tours, donde da clase y reside desde hace treinta y dos
años (afortunado él), Romer ha hecho una poesía que se distingue netamente de
la de sus contemporáneos por su capacidad para incorporar las vetas más líricas
y esenciales de la poesía francesa contemporánea. Gran traductor de Yves
Bonnefoy (L’Arrière-pays) y de
Philippe Jaccottet, entre otros, es autor de una obra escueta pero compacta,
inconfundible: sus cuatro libros hasta la fecha son como las cuatro paredes de
una habitación en la que todo sucede un poco más despacio de lo habitual, a
media voz, como si la vida misma fuera su fantasma o su fotografía. Ese cuarto
es justamente el Yellow Studio [Estudio amarillo] que da nombre a su
último poemario (de 2008), el espacio doméstico donde Romer se refugia del
mundo para estar más cerca de él.
Hice una primera versión de estos versos
sobre la marcha, pero no quedé contento. Y casi me había olvidado de ellos, un
año después, cuando abrí una carpeta y allí estaban, pidiendo casi a gritos que
los reescribiera. Así lo he hecho, y este es el resultado, que acompaño de un
par de aquellas fotos crepusculares de los bancos nevados del Loira que nos
envió su autor: me encanta esa mezcla del granate borroso de los árboles y el
azul turbio de la corriente, el blanco azulino de la nieve. Y el poema es muy
hermoso. Un poema de amor, sí, y tan sutil y reticente que nos deja con ganas
de más, mirando por encima del hombro de quien habla, mirando las aguas heladas
del río.
Sealed in
the
reddened sallows
burnish
the sand
and the snow,
hackles of
ice
raised on
her back
sluggish
Loire
charrie son
troupeau
but even
here
in the
sallows, underwater,
there is
warmth,
goldblock,
terracotta,
her hand in
mine
the current
running
purity of
life
henceforth
and hereafter
Como bien dices, sutil y reticente, con las palabras justas proyectadas sobre las fotografías como sobre un lienzo, o tal vez (pantalla mediante) sobre un fotograma. Hermosa simbiosis. Y una valiosa pista.
ResponderEliminarGuau, gracias Jordi, desconocía la figura de Stephen Romer, gracias por acercármelo.
ResponderEliminarEs un poema muy bello y tu traducción como siempre, en absoluto lo desmerece. Al leer el nombre del poeta que desconocía, pensé en Éric Rohmer y después de leer el poema, volví a pensar en él.
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