Parece que por fin la antología de la
poeta uruguaya Circe Maia (Montevideo,
1932) que he preparado para la editorial Pre-Textos está llegando a las
librerías. Por lo pronto, ya se anuncia en la página web de la editorial
(comparto aquí la cubierta, con una hermosa ilustración de José Saborit). Dicen
que lo bueno se hace esperar, pero en este caso –no sabe uno por qué– todo ha
sido un poco más difícil o complicado de lo habitual. El libro se titula Múltiples paseos a un lugar desconocido.
Antología poética 1958-2014, como uno de los primeros poemas de su autora,
y recoge una amplia selección de esta obra desde el inaugural En el tiempo (1958) hasta Dualidades, publicado hace apenas cuatro
años: más de doscientas páginas de poesía, medio siglo largo de escritura
(¡toda una vida!), y lo primero que se desprende de la lectura del conjunto es su
innegable coherencia, el acento personalísimo de su voz, a la vez curiosa y
discreta, interrogante y contenida, volcada en el mundo sin dejar de guardar
cierta distancia con él.
Ya he escrito en otras
ocasiones (aquí) sobre la obra de Circe Maia y de cómo llegué a ella. Añadiré
tan sólo que esta antología me permite saldar una vieja deuda, que se remonta
como poco a finales de mi estancia en Sheffield, allá por 1997-98. Nada es
fácil cuando se trata de poesía. El tiempo se toma su tiempo y hay que ser muy
tenaz, o muy testarudo, para sacar cualquier proyecto adelante. Dicen que los
poetas hispanoamericanos de ahora mismo, los contemporáneos, no suelen gozar de
mucho predicamento en España, que las ventas de sus libros son bajas. Yo espero
sinceramente que este libro sea la excepción a la regla, porque hay mucho que
aprender de la poesía de Circe Maia: una forma de estar y de ser en el mundo,
una actitud moral que es también una posición estética, el modo en que una
relación honesta, humilde con el mundo (y con las palabras que lo nombran)
disipa la espiral disolvente y algo fantasmal de un subjetivismo exacerbado. Y
todo ello sin sentimentalismos ni falsos consuelos, sin deponer las armas de
una inteligencia sensible y alerta, llena de lucidez.
Así en estos dos poemas de Dualidades (2014) incluidos en la
antología, que nos dan una idea del tono final de esta poesía, de su modo de
enfrentarse a la finitud, propia o ajena, con la entereza de quien lleva muchos
años ensayando. Buena lectura.
Las
siete placitas
Al entrar o salir de la
ciudad se atraviesan
siete plazas pequeñas.
En alguna no cabe más que
una palmera.
En otra, hay dos árboles
y un banco.
En la más grande hay
hasta una fuente
y una gran rosaleda, con
bancos que se enfrentan.
No está todo al mismo
nivel. Hay un lugar más alto.
Allí han puesto una
estatua.
(La estatua, con el sable
en alto,
ataca el aire plácido.)
Calles finas y curvas
separan las placitas.
Crucemos con cuidado.
Desde este lugar se ven
las casas nuevas
y, en las veredas, siete
palmeras altas
que conservan la luz del
sol por mucho rato.
Cuando todo es penumbra
se ve brillar las hojas
todavía
y a veces
un rumor en lo alto.
•
¿Cómo
será?
¿Será posible que uno
esté escribiendo,
por ejemplo, esta frase,
y nos quede inconclusa?
«Tú no verás caer la
última gota
que en la clepsidra
tiembla.»
No veremos entonces el
momento
previo, el momento
último. Caerá el papel,
la taza de café, o lo que
sea.
O tal vez no.
Podría ser la velita que
se apaga
imperceptiblemente
sin que ninguna puerta se
cierre
y ninguna se abra.
Por fin... mucho tiempo esperando pero ya está disponible... y pedido. Abrazo y gracias, como siempre, por la tenacidad y por la alegría de hacernos leer verdadera poesía.
ResponderEliminarGracias, a leer poesía.
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