miércoles, marzo 28, 2012

una ciudad en el norte





Minucioso, se arregla ante el espejo
y no sabe, de pronto,
por qué ha viajado tan al norte,
qué hace aquí, redimido del tiempo del reloj,
bajo una luz escueta que esta mañana, junto al muelle,
parecía brotar de la niebla, del agua helada,
para encender apenas el hueco de una mano,
un claro entre los tilos.
Iba solo, sintiendo el crujir de la nieve
bajo las botas,
mirando escaparates, los tejados de cobre,
y no pensó que luego vendrían las preguntas.
Caminó mucho tiempo, demasiado,
como si le moviera una culpa inconcreta, indetectable,
que sólo cobraría forma si la acataba,
hasta que la ciudad se le metió en los huesos como el frío:
terquedad, zigzagueos, el polen de la diferencia
trasmutado en asombro. Pero ahora,
mientras se anuda la corbata
y arquea un ojo apreciativo,
ya no está tan seguro.
El abrigo en la cama, la bufanda, los guantes,
son síntomas de ajenidad, y fuera
todo es como en el sueño que tuvo alguna vez:
charcos de sombra y nieve amontonada,
coches que avanzan lentamente, como sonámbulos,
bajo la luz anaranjada de las farolas,
calles en calma que son el molde de sí mismas.
¿De verdad está aquí? Y, sin embargo,
todo es real, lo ve, puede tocarlo,
y el espejo le apremia con su licor altivo.
Es hora de salir; hora de verse
con la mejor versión de su futuro,
en este laberinto que la estación sostiene
con mano de hierro. Un viento negro
lo sorprende en la puerta, entonces, un soplo
como venido del reverso del mundo,
y él recoge y apila sus propios fragmentos,
esta sangre de pronto vulnerable,
antes de reponerse y seguir andando.
Nada es nunca como lo concebimos.
Pero también: la vida
sabe ganar la espalda a sus peores augurios.
Entre fachadas escuetas que la noche agiganta
un extraño se sube el cuello del abrigo.


para Joaquín Gallego





El autor de este poema se va de viaje, no tan al norte como su protagonista, pero sí lo bastante lejos como para que esta bitácora se tome unos días de descanso. Volveremos en abril, como la feria. Este tiovivo no puede quedarse quieto mucho tiempo. Hasta entonces.

lunes, marzo 26, 2012

anuncio x tres



 

El miércoles pasado tuve la oportunidad de volver a Definición de savia, el programa de poesía de Radio Círculo (100.4 FM). Gracias a la amable invitación de sus responsables, los poetas Esther Ramón y Juan Soros, hablé de John Burnside y de Conjeturas y esperanza, la antología de su obra que acaba de publicar Pre-Textos. El resultado fue una charla extensa, distendida, que duró casi cincuenta minutos y en la que abordamos algunos de los aspectos centrales de esta poesía. Las preguntas, como siempre, fueron un lujo: exigentes y precisas. Las respuestas no están a su altura, pero cumplen (creo) con lo que se les pide: acercar la poesía de Burnside a los lectores. Puede escucharse aquí.




Acaba de aparecer en la revista virtual griega Vakxikon una muestra de poesía española, digamos, contemporánea (el adjetivo joven, estando yo presente, sería una broma). La ha preparado y traducido Ati Solerti con el asesoramiento del también poeta y traductor Mario Domínguez Parra, y en ella están incluidos un puñado de buenos poetas a los que admiro profundamente: Francisco León, Bruno Mesa, Iván Cabrera Cartaya… Tengo el honor de que aparezcan tres poemas míos casi inéditos: «Una vida», «Entonces» y «Con los ojos abiertos a la orilla del mundo». Aunque lo que más me gusta (qué le vamos a hacer, uno es así de niño) es ver mi nombre en griego: Τζόρντι Ντόθε. Me dicen los que saben que las traducciones de Solerti son espléndidas...




Hace un par de meses se publicó en El Cuaderno del diario La Voz de Asturias un pequeño dossier dedicado a John Ashbery con motivo de la traducción que el poeta estadounidense ha hecho de las Iluminaciones de Rimbaud. Además de su prefacio a la edición británica (un texto breve pero enjundioso en el que se define muy bien la peculiar forma de modernidad del poeta francés), dimos seis poemas inéditos y algunos collages de Ashbery. Venía todo precedido por unas pocas líneas en las que quise explicar el vínculo entre ambos escritores.

Ahora, pasado un tiempo prudencial, el poeta argentino Osvaldo Picardo recupera todo el material y lo ofrece en su revista/bitácora virtual La Pecera. Era complejo ordenar cada sección y darle un espacio propio en la estructura lineal del blog, pero Osvaldo lo ha logrado con creces. Tal vez esté mal que yo lo diga, pero el resultado es espectacular.
 

martes, marzo 20, 2012

karl kraus / 3 aforismos





Literatura actual: conjunto de recetas prescritas por los pacientes.


Una de las dolencias más extendidas hoy en día es el diagnóstico.


Anestesia: heridas sin padecimiento. Neurastenia: padecimiento sin heridas.

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Leyendo The Body in the Library, una erudita y apasionante compilación de textos literarios sobre enfermedad y medicina editada por el poeta Iain Bamforth (en la que sólo faltan, como es habitual en los libros de autores británicos, algunos escritores de habla española), me encuentro con un puñado de astutos aforismos de Karl Kraus. Copio tres de ellos aquí; el primero, en concreto, me parece todo un hallazgo.

lunes, marzo 19, 2012

monósticos / 4



Foto: Juan Ignacio Cortés Carrasbal


No era el río lo que sonaba.
Era el viento en los árboles, su promesa de lluvia.
Vuelve de pronto, tras la cortina de los meses.
El color de los chopos era el color de la paciencia.

miércoles, marzo 14, 2012

cummings / mi dulce vieja etcétera



Venus Oak

  
mi dulce vieja etcétera

mi dulce vieja etcétera
tía lucy durante la última

guerra podía y lo que es
más lograba contarte con exactitud
por qué razón luchaba todo el

mundo,
mi hermana
isabel tejió cientos
(y
cientos) de calcetines sin
mencionar las camisetas a prueba de pulgas las orejeras

etcétera muñequeras etcétera,mi
madre esperaba que

yo muriera etcétera
valientemente por supuesto mi padre solía
quedarse ronco hablando de cómo era
un privilegio y si sólo él
pudiera entretanto yo

mismo etcétera yacía hundido
en el lodazal et

cétera
(soñando
et
….cétera,con
Tu sonrisa
ojos rodillas y tu etcétera)




traducción JD / el original, aquí.

domingo, marzo 11, 2012

tres de una pareja perfecta





Déjalo estar. Aunque sólo le trajeras un vaso de agua, se las arreglaría para terminar ahogándose.



Cada vez que bosteza sale despedido hacia atrás.



Hasta que un día, como del vientre de una ballena, el mundo nos expulsa.

viernes, marzo 09, 2012

fragmento

.

Si tuviera que definir mi relación actual con las palabras, diría que empieza a ser como la del niño que, abrumado por el exceso de regalos, se entretiene jugando de manera inconsciente con lo más sencillo que encuentra: una caja de cartón, una pelota de goma, un muñeco al que le faltan piezas. De algún oscuro modo, sabe que el juguete no es el juego, sólo un medio para llegar a él. Todos sus resortes y absurdas complejidades lo agotan antes de empezar y prefiere algo más fácil, algo con lo que trabajar. Algo incompleto, pues. Por lo mismo, me interesa el poema sólo si da pie a la poesía, si me conduce hasta ella. La pretensión contraria –que el poema en sí contiene a la poesía o equivale a ella– me parece no sólo aburrida o monótona sino también engreída, de una presunción que no se compadece demasiado con las cualidades de espera, atención y humildad que, sin pensarlo demasiado, de manera más intuitiva que razonada, he aprendido a asociar a la escritura.

miércoles, marzo 07, 2012

mutatis mudandis



La Academia Francesa no sirve para nada. Su diccionario no tiene autoridad, su gramática está inconclusa. Por otro lado, tampoco es que moleste a nadie. ¿Por qué tomarla con esta querida antigualla, una de las curiosidades más folclóricas e inglesas que conservamos? No hay razón para estar en contra de estos hombres de muchas o pocas letras que se ciñen la espada y baten el tambor… basta, por supuesto, con permanecer fuera. Del mismo modo que no hay por qué pertenecer a los Horse Guards para divertirse con el desfile del cambio de guardia de Buckingham Palace.

Julien Gracq, Capitulares

lunes, marzo 05, 2012

monósticos / 8



José María Sicilia



Comenta que está bien, que ya pasó.
Tiene la espalda señorial, casi olímpica.
Luego la voz le cambia, de pronto, y todo es antes.
Viene de un duelo colectivo, de un aquelarre blanco.
No es posible dejar de ser lo que uno fue.
O también, esa puerta que se abrió sigue abierta.
Así empiezan los cuentos: un niño se pierde en el bosque.
Si algún pájaro habló con él, no lo sabemos.

sábado, marzo 03, 2012

valverde + burnside


Álvaro Valverde escribe por extenso, y por profundo, sobre la antología de John Burnside que acaba de ver la luz en Pre-Textos. No sólo consigue reunir en las mismas líneas a Aníbal Núñez, Adam Zagajewski y Arthur Terry, sino que resume con emocionante perspicacia las líneas maestras de la poesía de Burnside. Gracias, caro. Es un honor contar con amigos y lectores así, generosos y alertas, que siempre esperan con interés lo que uno quiere compartir con ellos. Para celebrarlo, ahí va otra miniatura del poeta escocés; un poema de su primera época, la huella verbal de una epifanía que, en su caso, suele tener lugar en invierno, bajo la luz más tenue del frío.




Ocho de la mañana, cerca de Chilworth

Algo ha cruzado la campiña,
una serie de huellas de garras
llenándose de agua color ciruela;

las estaciones se suceden durante millas:
una sola blancura enhebrándose al sol;
allá en el bosque

los zorzales cantores hacen temblar la nieve
sobre los avellanos, y la mancha que deja
la raposa es un eco de las fábulas

que los niños se cuentan al regresar a casa:
incrédulos a medias, deslizando los dedos por el vidrio,
duplicando cada copo de nieve con su brillo interior.


trad. J. D.

jueves, marzo 01, 2012

julien gracq / capitulares





Dos tipos de escritores: los que se levantan por la mañana y se mueven o pasean descalzos (Diderot, Stendhal), y los que sin pensarlo se atan los lazos de su coturno en una especie de acto reflejo (Hugo, Claudel). Nos equivocaríamos al pensar que unos son más naturales que otros. Nuestra literatura no es más que un poblado colonial donde los pies desnudos y los zapatos de tacón se cruzan: a la larga, unos y otros dejan de verse. Y aun junto a la chimenea hay mucha gente que no soporta las zapatillas.



Psicoanálisis literario... crítica temática... metáforas obsesivas, etc. Qué decirles a esa gente que, creyendo estar en posesión de una llave, no dejan de disponer tu obra en forma de cerradura.



El comportamiento privado del lector cara a cara con el escritor: determinado por presentimientos, inducciones vagas y un tacto fisonómico tan sutil como el que te lleva a abordar a una mujer en la calle. Escritores célebres o poco célebres que «reciben cartas»; otros, igual de célebres o de poco célebres, que nada reciben.



Tabúes literarios: Toda época es testigo de un grupo de escritores -en ocasiones de segunda fila- a los que durante un tiempo nadie se atreve a atacar ni a criticar en medio de la universal malevolencia parisina, como si una armadura de arcángel los protegiera. Al verlos, lo primero es descubrirse, en confianza, como si estuviéramos en un entierro.
 .......Le sigue una primera picadura, y el olor de la sangre flota de repente sobre las aguas. Prevenidos no sabemos cómo, nubes de tiburones acuden desde el fondo del horizonte, y ninguno se despide sin antes haber obtenido su bocado: se despedaza.



¿Y ustedes me preguntan qué pienso de mis propios libros?  Cosas infinitamente mejores, e infinitamente peores, de las que ustedes piensan.



Gentes por lo demás delicadas y decentes, y que de seguro no soñarían jamás con abordar a un desconocido (que acaba de serles presentado) con la pregunta: «¿Qué, todavía enamorado?», se creen no obstante obligadas a decir desde el inicio, como si fuera un gesto de cortesía: «¿Y qué, tiene algún libro en curso?»



Están los libros buenos y los libros malos. Pero el escritor, que es también un lector, introduce una categoría como mínimo escabrosa: los libros que, si bien profesa admirar como todo el mundo (y no hay por qué dudar de su buena fe), no se perdonaría jamás haber escrito. A éstos se suman los libros –infinitamente más raros, sin duda– que no admira y que, sin embargo, piensa le honraría haber escrito. Categorías vergonzantes, casi epidérmicas, propias del escribano, que son al gusto un poco lo que el deseo al amor, y que desde luego no están hechas para simplificar las relaciones siempre volubles y en ocasiones crapulosas que el literato mantiene con la literatura.


Traducción de J. D.

Más sobre Julien Gracq, aquí.