sábado, septiembre 18, 2010

cuadrilátero

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Déjalo, no sigas… Demasiadas explicaciones son el acta de defunción del poema.

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Cuánta valoración de pros y contras, cuántos razonamientos y balances y rumias silenciosas para acabar, a fin de cuentas, en un rapto de ira.

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La reencarnación, aunque sólo fuera por el don de nacer cada vez en una lengua distinta.

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Aún se muerde las uñas y los dedos con dientes laboriosos, como si los marcara a fuego por atreverse a dar caricias o rasgar unas cuerdas o sostener un lápiz. Se castiga las manos con saña preventiva y confirma su cuota de rencores, lo que aprendió a la fuerza y aún no se perdona.
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5 comentarios:

Isabel dijo...

Con cada frase un mundo, eso me parece.

Anónimo dijo...

Me encantó
Saludos

Jordi Doce dijo...

gracias, amigas. Un abrazo, J12

Cassioppeaboreal dijo...

Creo que no deben desestimarse las bondades de un oportuno (?) "rapto de ira".
Alguna vez Ian MacEwan -en Chesil Beach, creo-, habló de aquella "riña que limpiaba el aire"
Tu frase me lo ha recordado.
Gracias!
g.

M. L. dijo...

Bonito lugar.