Volver a casa oliendo el aire dulzón, irrespirable, de la tierra empapada, los grumos opulentos de la fermentación. Volver mientras las hojas descosidas liberan sus metales y el agua del estanque es un bozal de plomo que nos sigue con la mirada. Esto es lo que insiste, lo que existe en nosotros. Ácido y frío. El ascua silenciosa del invierno. La hoja que penetra y adormece la piel. La cara y cruz del hielo. Y todo por vivir aún, y la promesa torva de otro día, y un cielo de nevada donde la luz entrechoca sus huesos con un hilo de sangre. Es la noche rapaz, que viene a someternos. Es la noche rapaz, que está en nosotros.
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5 comentarios:
Esa noche, dichosa noche. Y esa promesa de otro día. A ver qué nos trae.
Me gustó.
La noche cerrando el día, clausurando la luz, invitando a pensar en todo lo que es fuga.
¿Pensaste, Jordi, en el invierno como numen absoluto? El verano tiene su don, su intriga semántica, sus símbolos y su mecánica de colores, pero yo me siento, escribiendo, más de invierno, más del frío.
'El ascua silenciosa del invierno.' Vibrante endecasílabo, a fe mía. Cosas así le dejan a uno meditando, o ensoñando, un buen rato. He visto tu comentario en mi blog, y te agradezco mucho el aviso: en teoría debería leerse sin problemas en cualquier sistema operativo, pero imagino por dónde viene el problema (la fuente y el fondo tienen el mismo color: en teoría no deberían superponerse, pero vivimos en un mundo de lo más sublunar). Voy a ver si cambiando en la plantilla el color de una u otro mejora el tema. Échale un ojo cuando puedas.
Intenso y descriptivo. Me han encantando los versos donde nombras los metales y el estanque (bozal de plomo). Me ha traído a la memoria un viejo libro de poemas de Felisa Sanz.
Hay aquí uno de los grandes placeres sensoriales muy bien expresado: el olor de la tierra mojada en un invierno que anochece pronto. Lo único que no me gusta del texto es un adjetivo:"rapaz". Me gusta muchísimo el comienzo, y no tanto el final. Saludos.
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