De pronto me doy cuenta de que ha pasado
un mes y no he colgado nada en esta bitácora. Os ruego me disculpéis. Ha sido,
sin embargo, un mes literaria y socialmente muy intenso, con muchos viajes,
muchos coloquios y presentaciones y no pocas lecturas de poesía; un mes del que
salgo distraído y exhausto –no puedo negarlo– pero también confortado por los
muchos amigos que he ido (re)encontrando aquí y allá, en Valencia, en
Plasencia, en Madrid mismo, y con los que he podido intercambiar opiniones,
noticias y hasta cotilleos, todo eso que esponja y hace adictivo el trato
social. Es momento, con todo, de replegar velas, de recuperar el equilibrio
perdido y reunirme, en soledad, con los libros y la escritura. ¿Soledad?
Imposible sustraerse a todo lo que ocurre en los despachos, en las calles, en las casas de tantas familias, esta sensación de que el mundo que
conocimos se desmorona poco a poco ante nosotros sin que podamos ofrecer –se diría– otra
resistencia que la queja y el pataleo, el ancla del esfuerzo, la rabia ya no
tan contenida.
Hace un par de semanas recibí una carta
de un poeta estadounidense, un buen amigo, que me conmovió profundamente y que no ha dejado de acompañarme desde entonces. La he traducido y la doy aquí, sin
firma, como testimonio lúcido de este presente enfermo que nos ha tocado en
desgracia y contra el que es preciso luchar con todas nuestras fuerzas. Hay
frases enteras –lo digo sin coquetería– que me habría gustado escribir a mí. Va íntegra, tal cual me llegó:
Lo más duro de vivir en días en los que
la dureza es ya de otra especie, tiempos de recesión y sufrimiento social –años
duros, de hecho–, es ver cómo los esfuerzos del pasado en nombre de tantas
causas humanas admirables comienzan a fracasar, ver que lo que se construyó
gradualmente es destruido con rapidez, y ver cómo las realidades del dinero aplastan,
como hacen siempre, gran parte de lo que no afecta de manera inmediata a los
muy poderosos, los muy ricos.
En lo que a mí respecta, estoy en gran
medida aislado de la crisis económica: tengo un trabajo seguro, soy lo bastante
mayor como para haber ahorrado algo de dinero. El cambio social es lo que más
me duele personalmente: el extremismo de la derecha, las fantasías de la
izquierda, la corrupción de la política a manos del dinero, la creación diaria
de realidades falsas por los medios de comunicación. Este orden de cosas ha
llegado a extremos deplorables en Estados Unidos, y lo peor es precisamente lo
que los medios no mencionan, lo que nunca mencionarán. En todo caso, el trauma
social de los que son mayores y han perdido sus trabajos, y de los que son más
jóvenes y tal vez nunca logren trabajo, creará más estrés social
en el plazo de una generación, incluso aquí, por lo que debo asumir que en
España esa posibilidad es aún mayor.
Me inquieta, igualmente, lo que es
inevitable para todos nosotros: ver cómo la cultura cambia de maneras que me
desagradan; hasta la cultura poética ha ido cambiando de una forma que, a mi
juicio, los poetas más jóvenes no comprenden (pero que aceptan, porque es el
destino de su generación y tienen la
ilusión de estar creando algo nuevo, aunque yo no lo crea) y que los poetas
mayores perciben como un nuevo abandono postmoderno de la historia.
Dedico cada vez más tiempo a la historia
poética más antigua de la que puedo tener vislumbres: la antigua Grecia. Seguramente
es un error. Lo siento como un impulso que tiene sentido, pero que tal vez no
lo tenga en absoluto. No soy capaz de adentrarme por escrito en esta época, por
así decirlo, de hablar de ella tal como es. No puedo captarla por entero.
4 comentarios:
Me alegro mucho de tu vuelta. Te leo y leo esta carta y no puedo estar más de acuerdo. ¡Son tiempos tan revueltos, se está perdiendo tanto y lo que queda aún por perder que yo también siento miedo, frustración y angustia! ¡Y eso en un país como el nuestro en el que los logros sociales (al menos para los que hemos vivido fuera y "hemos saboreado" los que hay en otros países) ya de por sí eran escasos... Son tiempos muy duros, sí. Nos queda la solidaridad, el abrazo y recuperar antiguos lazos ya olvidados y patalear y seguir luchando. Eso, al menos. Un fuerte abrazo, Jordi.
A mí me impresionaron profudamente "Fragmentos de Épica Griega Arcaica" y "Fragmentos de Historia Griega Arcaica". Buen texto. Me alegra su vuelta
Decía Paco Nieva (lo seguirá diciendo); hagan lo que sea posible, humanamente posible. Que dios les bendiga, muchachos.
por la misma razón, creo, que yo me abstengo de leer casi nada de noticias actuales, para centrarme en poetas o pensadores ya muertos la mayoría, algunos hace siglos.
porque tengo la intuición que la manera de estar más en el presente azorado y desquiciante que vivimos en desde una reordenación y relectura de lo pasado. Algo parecido a lo que propusiera Benjamin. Y en esas estamos.
Salud, querido Jordi.
Bellisima carta la de tu amigo ,la cual has traducido ;efectivamente lo que el menciona es la triste realidad por la que pasan las personas que viven en paises desarrollados.Excelente articulo.Daniela V.
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