martes, junio 25, 2019

ensaya, que algo queda


Una de las frases que más repito en mis clases –en realidad un tic, un recurso instintivo del que echo mano cuando veo que los cerros de Úbeda no andan muy lejos– es «no sé si me estoy explicando». La frase, a estas alturas, ha quedado amortizada por la repetición y la sordera selectiva –o cómplice– de los alumnos. Ayer, cuando me tocó explicar la greguería y el poder de extrañamiento de la metáfora, volvió a asomar unas cuantas veces…

Supongo que la frase surgió porque no quería recurrir al más agresivo: «¿Me seguís? ¿Se me entiende?» (la responsabilidad de que la clase sea más o menos inteligible no puede quedar en manos de los alumnos, o no sólo). Pero la frase me gusta por su carácter tentativo, de prueba, que tanto me recuerda la actitud del ensayista, ese «¿funciona?, ¿vamos bien por aquí?» con que la escritura misma suele interrogarse a cada vuelta del camino. Ese darse la vuelta o replegar las velas cuando la cosa no marcha y hay que probar otra ruta, otro ángulo de ataque, otro correlato.

No sé si me estoy explicando, es decir, no sé si he desplegado mi manto de abalorios como es debido, de modo que se vea bien de dónde vengo, qué mercancías traigo, qué forma de intercambio puede tener lugar entre nosotros. Quizá incluso deba empezar de nuevo. Y esa, se me ocurre, podría ser una buena definición del ensayo como género: que nos obliga a recomenzar una y otra vez, todo el tiempo, pues sabe muy bien que sólo por tanteo, por aproximación, podemos aspirar a explicarnos.

2 comentarios:

Abilio Díez dijo...

Aplicable también al traductor sensible que, aunque valora alternativas hasta tener enfrente la claridad, sigue preguntándose si el matiz será captado.
Lo que pasa es que no siempre se valora esa labor tan creadora de quien desentraña el interior duro de otro idioma para que paladares no habituados lo saboreen y digieran sin dificultad.
Pero qué decir cuando se dan varias vertientes a la vez, profesor, ensayista, traductor y poeta.

Jordi Doce dijo...

Mil gracias, ahora y siempre, por tu lectura, estimado amigo Abilio. Siempre digo que la palabra "ensayo" es impensable, al menos para mí, sin la otra cara de la moneda: "y error". Ensayo y error, también en la escritura y el trabajo intelectual. Un abrazo, J12