Sandra Santana, La parte blanda, Valencia, Pre-Textos, 2022, 58 págs.
Ensayista, profesora universitaria y traductora –de la poesía de Karl Kraus y Peter Handke, entre otros–, Sandra Santana (Madrid, 1978) tiene a su nombre una breve pero exigente obra poética. Ocho años después de Y ¡pum! un tiro al pajarito llega este nuevo libro, La parte blanda, que cabe leer como un solo poema extenso. Y es que sus 35 «piezas», la mayoría de corta extensión, configuran un todo unitario que se ordena según criterios no sólo rítmicos y tonales, sino también conceptuales.
La voluntad teórica del libro se manifiesta muy pronto, desde la cita inicial de Roland Barthes. «La parte blanda» es, en efecto, la lengua, «molusco sin concha», «animal [que] / que despierta en la guarida / de la boca», y Barthes contrapone esa «lengua visceral» al «habla civilizada», aquella que necesita la articulación de lengua y dientes, la corrección del hueso, la parte dura. Surge así la palabra, el signo que denota la cosa y la suplanta, forzando un desplazamiento. Surge también una asepsia que nos vuelve ciegos a nuestra propia condición animal, los deseos y compulsiones que nos atraviesan sin apenas darnos cuenta. Todo el libro viene a explorar esta suplantación, esta ceguera, con una escritura sobria, pegada a su trama, que fluye sin estorbos y distribuye con astucia las repeticiones, los encabalgamientos, las elipsis: «Porque si el brazo / sacude violento / la correa, la correa / también tira fuerte. Es, / en definitiva, su propia rabia / el animal / que muerde al dueño».
Y todo el libro, por lo mismo, está escrito en una voz que interpela a un «vosotros» que es el lector, que somos todos: «Lo habéis visto», «os pensáis libres», «así aprendisteis»… Es una voz, una lengua, que nos habla desde el arriba del tiempo y parece juzgarnos sin impaciencia, con piedad. También con tristeza objetiva, la que merecemos.
El libro sabe que nuestra fragilidad de «especie desprotegida» es indisociable del don para referir lo que no está, decir mañana o mentir. Lo sabe y lo expone con una escritura que no agota sus sentidos e invita, más que nunca, a la relectura.
Publicado originalmente en La Lectura de El Mundo, 25 de febrero de 2022.
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