domingo, noviembre 22, 2009

2mun2


Un mundo en el que sólo los gestos inconscientes, los esfuerzos involuntarios, tuvieran consecuencias. Causar tristeza o alegría, ofensa o alivio, pero siempre sin saber cómo.

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Un mundo en el que nuestra muerte se nos anunciara siempre con un año de antelación. Una simple carta, un aviso escueto, sin detalles ni grandes ceremonias.

¿Cuál sería la religión de moda, entonces?

6 comentarios:

Alfredo J Ramos dijo...

No sabría contestar a tu pregunta, Jordi. El primer mundo se parece (me parece) bastante al mundo real, al menos desde una mentalidad que no cree en otras conspiraciones que la del azar con el destino, y donde la fortuna (buena o mala) tiene casi todo el peso. La historia es siempre un saldo a posteriori y las vías de interpretación están tan premeditadamente concurridas que es muy difícil el discernimiento (curiosa palabra ómnibus que lleva en su propio equipaje verbal su condena). En cuanto al segundo mundo, sería terrible, parece casi un argumento de película buñueliana. El contraste entre ambas hipótesis muestra un espacio de confluencia que quizás se puede parecer mucho al vértigo de lo cotidiano. Y eso, literalmente, no hay dios que sea capaz de entenderlo ni religión que lo ampare. Quizás sólo el mundo racional que pudo imaginar Spinoza poniéndolo entre paréntesis. O sea, que se me hace muy espinosa (¡claro!) la vía teológica o meramente ritual en este, por otro lado, agudo planteamiento. La religión de moda entonces sería la propia moda, es decir, la costumbre azarosa vencedora en el borroso sucederse de los impulsos que hacen que la tribu rinda culto a cualquier realidad capaz de ofrecer una respuesta provisional, siempre provisional, como la vida misma. Gran texto el que dedicas a Graves, que ya (creo) había leído, aunque no sabría decir dónde. Un abrazo.

Soledad Arrieta dijo...

Me gustó mucho el estilo de tu bnlog Jordi, y me animo a responder a tu pregunta: Siendo que ese mundo es utópico, la religión de moda sería la humana, es decir, la inexistente. Creer en el hombre (porque podamos creer en él) de la misma forma en que muchos creen en un dios.
Cariños! Un placer llegar aquí.

FranCCø dijo...

Permítenos felicitarte por tu blog. Nos hacemos eco en La Esfera Cultural:

http://programalaesfera.blogspot.com/2009/11/enjaulando-blogs-recomendaciones.html

Un saludo

Jordi Doce dijo...

Gracias por tu recomendación y tu vínculo, Esfera Cultural. Me alegra mucho.

Y es un placer tener lectores como vosotros, Sol y Alfredo, respondiendo tan por extensa a estas hipótesis un tanto febriles. La primera es casi una sospecha: la convivencia como fuente constante de malentendidos... ¿Cuántas veces tratamos de averiguar qué hemos hecho mal sin saberlo?

La segunda, quizá, nos llevaría a un hedonismo desesperado o, por el contrario, a una relación más consciente y meditada con la muerte. En cualquier caso, es una bonita premisa para un relato de ciencia ficción, ¿no creéis?

Abrazo, J12

Anónimo dijo...

La religión siempre sería la palabra, la explicación sería inventada, la muerte sería el revisor, nosotros hablariamos como enteniendo el silencio....

Para el sordo el visionar nuestros labios, para el ciego escuchar nuestra voz, los afortunados dudarán de los sentidos sintiendose perfectos.

Palabra, mal sonante mal gesticulada o con doble intención,
el hombre muere,
la interpretación y el recuerdo
será lectura recomendada... el ser

Amparo dijo...

Indefensión, se llamaría esa moda.