sábado, enero 09, 2010

atención, por favor

Volví a ver ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú hace dos noches, y volvió a maravillarme, más incluso que el guión y la hilarante puesta en escena, el trabajo de los actores: Peter Sellers, como es obvio, pero también George C. Scott y Sterling Hayden, impagables en su parodia del estamento militar norteamericano. Siempre me ha extrañado que la película de Kubrick se llamara originalmente Dr. Strangelove, en honor al científico alemán y nazi irredento que Sellers comienza a interpretar mediada la cinta, pero supongo que el final de la historia es suyo, en más de un sentido, y que el desenlace no hace sino cumplir sus más terribles deseos: genocidio, destrucción masiva y eugenesia. Eso sí, como recuerda ante la sonrisa de satisfacción del embajador ruso, «por cada hombre que baje al refugio nuclear tendrán que bajar diez mujeres, para estimular la reproducción». Toda la parte final, cuando ya es evidente que la bomba ha estallado y estamos en puertas de una guerra atómica, es antológica.

Viendo la película recordé este poema del australiano Peter Porter que traduje hace muchos años (¿veinte, tal vez?) y que pertenece a esa misma época, en plena Guerra Fría, cuando el peligro de la bomba atómica estaba en mente de todos –España, como siempre, un poco al margen del mundo– y se optaba por el humor como antídoto o como forma de olvidar la naturaleza real del peligro. Un poema que está en casi todas las antologías, no sé si por su aire de época o su importancia sociológica, pero que sigue haciéndome sonreír cada vez que lo leo. Una delicia. (Y ya que estamos, hay un parecido más que notable, y hasta sospechoso, entre la lista de instrucciones del poema y el repaso al absurdo kit de emergencia que los tripulantes del B-52 efectúan en la película de Kubrick.)


ATENCIÓN, POR FAVOR

La estación de radar del Polo norte acaba de avisarnos de que
un proyectil nuclear
de al menos mil megatones
ha sido lanzado por el enemigo
en dirección a nuestras principales ciudades.
Este aviso tiene
una duración exacta de dos minutos y cuarto.
A Ud., por tanto, le quedan
ocho minutos y cuarto
para cumplir con las instrucciones
de refugio publicadas en el
Código
de defensa civil
, sección «Ataque atómico».
Una misa de ocasión
será radiada al final
de este aviso
(los oficios protestantes y judíos
comenzarán de forma simultánea),
seleccione su longitud de onda inmediatamente
de acuerdo con las instrucciones
del código. No
lleve consigo animales domésticos (incluidos pájaros)
a su refugio: consumen
aire fresco. Abandone a los viejos y a los
inválidos, no puede hacer nada por ellos.
No olvide accionar el interruptor
de sellado cuando todo el mundo se encuentre en
el refugio. Ajuste la antena
de radiación, encienda su barómetro geiger.
Apague su televisor. Ahora.
Apague su radio inmediatamente
al término de los oficios. Al mismo tiempo
introduzca tapones anti-explosión en los oídos
de su familia. Tome
consigo las bolsas de plasma. Dé a sus hijos
las píldoras clasificadas como 1 y 2
en el recipiente verde de Protección Civil, luego
métalos en la cama. No rompa
los sellos ni abra las esclusas de aire hasta que
la señal de radiación indique que todo peligro ha pasado
(vigile al cuco en su
panel de perspex), o hasta que su médico
de cabecera llame a la puerta.
Si con anterioridad su provisión de aire
se agota o alguien de su familia
se halla en estado crítico, utilice
las cápsulas clasificadas como Valley Forge
(estuche rojo del equipo número 1 de supervivencia),
especiales para muerte indolora. (Los católicos
habrán sido instruidos por sus sacerdotes
sobre cómo actuar en esta eventualidad.)
Esta emisión llega a su fin. Nuestro presidente
ha dado órdenes precisas para
una respuesta militar contundente. No habrá
cuartel. Alguno de nosotros morirá.
Recuerde, según las estadísticas
no es probable que sea Ud.
Las banderas ondean izadas
en los edificios del gobierno, y el sol brilla.
La muerte es lo último que hemos de temer.
Estamos en las manos del Señor.
Lo que ocurra ocurrirá según Su Voluntad.
Ahora métanse rápidamente en sus refugios.

Trad. J. D.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

destornillante, no lo conacía. Gracias

Pab. Cor.

A. dijo...

Tremendo ¿poema?

Jordi Doce dijo...

Gracias por vuestra lectura, anónimos. Ay, A., no seré yo quién diga qué es o qué no es poema. saludos, J12