miércoles, junio 15, 2011

noche, memoria, ruina

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La edad no parece hacer mella en José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926), quien a sus ochenta y cuatro años mantiene un ritmo envidiable de actividad pública y editorial. Recién publicada una antología de sus poemas nocturnos y de tema marino (Ruido de muchas aguas, Visor, 2011), acaba de cerrar nuevo libro, un largo poema autobiográfico en versículos que supone un quiebro formal innegable con respecto a títulos anteriores. Un libro que él mismo contempla «lleno de una energía [...] que me rejuvenece», la misma que se aprecia o transparenta en la forma con que sale a recibirnos y nos acompaña hasta un extremo del salón familiar, atestado de libros –y alguna que otra maqueta de barco– y sin embargo espacioso, habitable. Hay en sus maneras una mezcla de reserva, simpatía y curiosidad astuta que otorga a cada frase un raro énfasis, la curva de una entonación que atiende a los engarces pero cuida también el conjunto, su equilibrio interno. No hay cansancio, la atención no decae, y hasta el final se percibe el trabajo de una mente alerta, que ha preparado sus respuestas pero no se resiste a improvisar sobre la marcha. Como en sus poemas, se percibe aquí «la vigilante / sed de vivir de mi palabra»…

En un breve poema de Descrédito del héroe (1977), «Del diario de Kafka», define la escritura como «metódica / copia de mi agresividad / contra mí mismo». Resulta una definición enigmática, cuanto menos: la creación como un espacio de violencia y heridas autoinfligidas. ¿Hasta qué punto le sigue pareciendo válida esta afirmación?

Lo que pasa con los poemas es que la experiencia que los motivó se te va olvidando un poco con el tiempo. En estos versos, en concreto, creo que se manifiesta cierta impotencia, una incapacidad para sacar a flote un determinado proyecto poético; hay una agresividad contra mí mismo, quizá por esa cortina que se interpone entre el pensamiento y la escritura. Por otro lado, también creo que la poesía tiene algo de violencia contra uno mismo, contra la propia intimidad, porque estás forzando unas actitudes y un mecanismo mental que a lo mejor no tienes normalmente. Hay ahí una violencia, desde luego. Pero aquí yo creo que es simplemente por la impotencia, por la imposibilidad de escribir. […] [seguir leyendo]

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Así comienza la entrevista que le hice a José Manuel Caballero Bonald a comienzos de año y que sale ahora publicada en el último número de la revista Minerva, el 17 ya (de su segunda etapa). Un encuentro (para mí memorable) en el que abordamos tanto su poesía como su trabajo de memorialista, y en el que se deslizaron también algunas de esas ironías llenas de mordiente a las que nos tiene acostumbrados. Como guinda del pastel, un adelanto de su nuevo libro, un fragmento inédito de un extenso poema en versículos en el que ha trabajado hasta hace pocos meses.

El resto del número, en el que destacan entrevistas a Peter Eisenman, Donald Kuspit y José María Sánchez-Verdú así como un estupendo dossier sobre Walter Benjamin, puede leerse aquí.


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1 comentario:

ÍndigoHorizonte dijo...

Hoy leí y disfruté leyendo pero hoy me quedo con la luz de la imagen: ese sol que deslumbra y la ilustración de la revista, esas letras que se entreveran con las imágenes. Nada más hoy. Sólo eso.