Escribir con las entrañas, sí. Échalas bien sobre la mesa. Ya puedes escrutar y jugar a las adivinaciones.
Dio un paso, un solo paso irreparable, y
se desprendió de su piel como de un mono de trabajo. Luego la enrolló con firmeza,
como un saco de dormir, y siguió camino.
Pone palabras entre él y la meta para no
terminar de llegar nunca.
Respira en el espacio abierto por sus
exageraciones.
Días en los que nada brota. Días
desérticos. Días exhaustos. Días que expían la presunción, por discreta que
sea, de las épocas de abundancia; que hacen perdonar, antes o después, el
orgullo satisfecho de la fecundidad.
3 comentarios:
Cinquillo: los ojos de la piel, la piel de las tripas, el horizonte invisible, el tapete verde de la infancia, la sonrisa agostada... pero solo a veces.
Has vuelto, te estábamos esperando.
Gracias, Índigo, África. Sí, parece que he vuelto... a ver si ahora logro quedarme. Abrazo, J12
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