viernes, enero 11, 2019

un poema de vona groarke



Como si cualquier cosa pudiera

Un artículo de hace dos años es lo que inaugura
mi hoguera esta noche. ¿En qué andaba metida? ¿Qué he hecho?
No es como si el mundo me increpara con un «¡Haz esto!» o
un «¡Haz esto!». Y no es como si aprender una cosa
suponga desaprender otra. El hogar es tumbarse
cuando a una le apetece tumbarse, un cuenco de porvenir
junto al lecho y una ventana a la altura de la mano
de modo que al abrirse, como un diario, las jornadas y todo su cortejo
se escabullen suavemente, ah cuán suavemente, del dormitorio.


Trad. J.D./ El original, aquí




Leí este breve poema de mi casi contemporánea Vona Groarke (Midlands, Irlanda, 1964) en un número reciente de Poetry Nation Review, y salí de sus versos con una sonrisa de asentimiento, como si hablaran de un lugar reconocible de mi intimidad, una experiencia que pude muy bien haber tenido. Es un poema de extrañezas diversas: el paso del tiempo, el peso de lo escrito, el piso inestable del cansancio, el poso de las lecciones bien aprendidas, el modo en que la vida –esa vez, al menos– nos puso la mano en el hombro antes de darse un respiro.

Groarke es una de las figuras centrales de la nueva poesía irlandesa, la que emerge a comienzos de la década de 1990, y como muchos de sus colegas ha vivido a caballo entre Irlanda, Inglaterra y Estados Unidos. Ha publicado seis poemarios hasta la fecha, todos publicados por Gallery Press, y una antología de su escritura primera en Estados Unidos. Los poemas suyos que he leído confirman que hay vida, mucha vida, después de la quinta gloriosa de Heaney, Michael Longley o Derek Mahon, entre otros. Para muestra, este (pequeño) botón.




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