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De Redgrove explico en el prólogo a este libro «que es una rara avis dentro del panorama de la poesía inglesa contemporánea. Autor prolífico, su exuberancia y excentricidad (también en el sentido geográfico de la palabra: vivió durante más de treinta y cinco años en Falmouth, Cornualles, en el extremo sudoeste de la isla, donde fue profesor en una escuela de arte) parecen haber impedido una lectura crítica atenta y generosa. [...] Redgrove es un poeta eminentemente sensual, obsesionado por la riqueza y multiplicidad del mundo físico, empeñado en celebrar cada uno de sus detalles y fundirlos de la mano de la exaltación sensorial. Si Charles Tomlinson es un poeta de la mirada, Peter Redgrove lo es del olfato, del gusto, del tacto. Amante de la hipérbole y el humor negro, sus poemas son una celebración del extrañamiento y la sinestesia. A ello no es ajeno un componente onírico que acerca el trabajo de Redgrove al de los surrealistas».
Pienso que estas líneas pueden dar una idea de la naturaleza de esta poesía. Si queréis saber más sobre su autor, hay una sucinta entrada en Wikipedia que ofrece algunos datos suplementarios, en especial de sus primeros años.
Imagino que el libro estará en la calle a mediados de octubre, coincidiendo con la inauguración de la exposición de Zumeta en la galería. Entretanto, ahí os va un pequeño adelanto que ojalá despierte vuestro interés.
Peter Redgrove
EN EL HUERTO
Manzanos como una colonia de coral
tras los cálidos muros de arenisca
que les permiten madurar. Debatimos
en susurros la oscuridad
destilada en los frutos,
la carga temblorosa del ramaje
como pechos palpables bajo una blusa verde.
Igual que duerme el ojo
duerme el fruto en sus párpados exactos,
hasta que muerdo la penumbra y la torno blanca,
proclamando
«Hágase la luz».
Versión de J. D.
1 comentario:
He leído tu reseña con detenimiento y concentración. Intensa, con la precisión que siempre te caracteriza. No falta ni sobra nada. Incita. A la lectura, del poema. He leído el poema y me he deleitado en los sentidos de los que hablas en tu reseña. Y me ha venido una imagen tuya más reciente: déjeuner sur l'herbe, y otra imagen que pronto volveré a ver: esas libélulas que rozarán mis ojos en un prado, junto al río, en la Sierra de la Culebra.
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