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Una ciudad de gentes que cada mañana ignora en qué idioma va a hablar. Se turnan para ser los primeros.
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Sólo perdiendo el tiempo se encontraba a sí mismo.
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Algo como un espejo, pero que reflejara tan sólo nuestro olor.
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BITÁCORA DE JORDI DOCE. Mis últimos poemarios son En la rueda de las apariciones. Poemas 1990-2019 (Ars Poetica, 2019) y No estábamos allí (Pre-Textos, 2016). Además de traducir la poesía de William Blake, Anne Carson, T.S. Eliot y Charles Simic, entre otros, he publicado los cuadernos Hormigas blancas y Perros en la playa, y los libros de artículos y de crítica Imán y desafío, Curvas de nivel y Las formas disconformes. He reunido mis versiones de poesía en Libro de los otros (Trea, 2018).
3 comentarios:
De las tres, me quedo con la primera por razones obvias y con la última, porque el olor es de esas cosas que se nos van y que muchas veces querríamos recordar. Un abrazo.
Me gusta la última precisamente porque el olor lo podemos recordar en el tiempo, incluso depués de mucho tiempo hay ciertos olores que no se van, que te acompañan, pero jamás se pueden reflejar por si mismos, van unidos para siempre a una imagen.
Saludos
A un espejo semejante (al 3 me refiero, claro) tal vez se lo podría llamar mirrolor.
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