sábado, julio 16, 2016

verano, descanso, eliot



 


Esta bitácora se toma un pequeño descanso por vacaciones. Volveremos, ella y yo, dentro de un mes por estas fechas. Ha sido un curso largo y riguroso y la cabeza, la verdad, no da para más. La rentrée del otoño se anuncia apasionante y con muchas novedades, pero es pronto para adelantar nada; y casi prefiero que el silencio de estas semanas me permita calibrar las piezas y ordenarlas a gusto.

Os dejo, eso sí, con la versión que hice el año pasado de «El entierro de los muertos», la célebre sección inicial de La tierra baldía de T.S. Eliot. Se incluye en Subir al origen, una antología didáctica y comentada de la poesía moderna occidental que ha preparado mi buen amigo el poeta José María Castrillón y que Ediciones Trea tiene previsto publicar el curso que viene. Creo que no estoy autorizado a decir más. Pero sé, porque he seguido de cerca su escritura, que será un libro importante. Y eso es todo de momento. Feliz verano.


el entierro de los muertos
(La tierra baldía, 1922)

Abril es el mes más cruel, exhumando
lilas de la tierra inerte, mezclando
memoria y deseo, removiendo sordas
raíces con lluvias de primavera.
El invierno nos dio refugio, cubriendo la tierra
de nieve olvidadiza, alimentando
una pequeña vida con tubérculos secos.
El verano nos sorprendió con una breve llovizna
cerca del Starnberger See; nos refugiamos en los soportales
y luego, ya con sol, salimos al Hofgarten,
y tomamos café, y charlamos largo rato.
Bin gar keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deutsch.
Y cuando éramos niños, en casa del archiduque,
mi primo, él mismo me llevó en trineo.
Yo tenía miedo. Me dijo, Marie, Marie,
agárrate fuerte. Y nos fuimos cuesta abajo.
En las montañas se respira libertad.
Paso las noches leyendo, y en invierno voy al sur.

¿Cuáles son las raíces qué se aferran, qué ramas crecen
de esta escoria rocosa? Hijo de hombre,
tú no puedes decirlo, ni adivinarlo, pues conoces tan sólo
un manojo de imágenes rotas donde el sol bate,
y el árbol muerto no cobija, y el grillo no consuela,
y el agua desertó la piedra seca. Sólo
hay sombra bajo esta roca roja
(ven a la sombra de esta roca roja),
y te mostraré algo distinto
de tu sombra por la mañana siguiéndote a zancadas
o de tu sombra por la tarde alzándose hacia ti;
te mostraré el miedo en un puñado de polvo.
Frisch weht der Wind
Der Heimat zu
Mein Irisch Kind
Wo weilest du?
«Me diste tus primeros jacintos hace un año;
me llamaron la niña de los jacintos».
…Pero cuando volvimos, tarde, del jardín de jacintos,
con tus brazos colmados y tu cabello húmedo, no pude
hablar, y me falló la vista, no estaba
vivo ni muerto, y quedé sin saber,
mirando al corazón de la luz, el silencio.
Oed’ und leer das Meer.

Madame Sosostris, célebre vidente,
estaba muy resfriada, se la tiene no obstante
por la mujer más sabia de Europa
con una vil baraja. He aquí su carta, dijo,
el Marino fenicio, el ahogado
(perlas son lo que fueron sus ojos. ¡Mire!),
y aquí está Belladona, Señora de las Rocas,
la dama de las situaciones.
Aquí va el Tres de Bastos y aquí la Rueda,
y aquí el mercader tuerto, y esta carta,
que está en blanco, es algo que lleva a sus espaldas
y no se me permite ver. No encuentro
al Colgado. Cuídese de la muerte por agua.
Veo grupos de gente que caminan en círculos.
Gracias. Si por algún casual ve a la señora Equitone
dígale que yo misma le llevaré el horóscopo:
toda prudencia es poca en estos tiempos.

Ciudad irreal,
bajo la niebla terrosa de un amanecer de invierno,
una multitud bañaba el Puente de Londres, tantos,
nunca pensé que la muerte hubiera deshecho a tantos.
Suspiros, intermitentes y fugaces, se exhalaban,
y cada figura iba mirando el suelo a sus pies.
Fluyeron colina arriba y King William Street abajo,
donde Saint Mary Woolnoth daba las horas
con un golpe mortecino en el toque de las nueve.
Allí vi a un conocido y lo detuve gritando: «¡Stetson,
tú que estuviste conmigo en la batalla de Milas!
Ese cuerpo que plantaste hace un año en tu jardín,
¿ha empezado a retoñar? ¿Echará flor este año?
¿O la helada repentina ha malogrado su lecho?
¡Ah, mantén lejos al Perro, que es amigo de los hombres,
o con uñas de sabueso volverá a desenterrarlo!
¡Tú, hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère!».


Versión de Jordi Doce

2 comentarios:

ÍndigoHorizonte dijo...

Feliz verano. Feliz descanso. Abrazo.

Anónimo dijo...

Comparto hermoso poema de Maria Auxiliadora Alvarez https://mariaauxiliadoraalvarez.com/

piedras de reposo

todo lo que quiero decirte hijo Es que atravieses el sufrimiento

Si llegas a su orilla si su orilla te llega Entra en su noche

y déjate hundir

que su sorbo te beba que su espuma te agobie Déjate ir

déjate ir

Todo lo que quiero decirte hijo Es que del otro lado del sufrimiento

Hay otra orilla

encontrarás allí grandes lajas Una de ellas lleva tu forma tallada

con tu antigua huella labrada Donde cabrás exacto y con anchura

no son tumbas hijo son piedras de reposo

con sus pequeños soles grabados y sus rendijas