domingo, diciembre 18, 2011

la lección

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Una amiga a la que de vez en cuando, por razones profesionales, invitan a cenas de mucho relumbrón, me cuenta una anécdota que vivió en primera persona uno de sus compañeros de mesa, alto directivo de una gran empresa:

en el curso de una cena de Nochevieja a la que había invitado a una docena de colegas y empresarios, el presidente de un banco español sacó una vieja botella de Château Lafite y, sin decir palabra, procedió a llenar las copas de sólo tres de sus invitados, además de la suya propia. Luego, con gesto ostentoso, devolvió la botella al mayordomo y siguió cenando como si nada hubiera pasado. La anécdota, si es cierta, no sólo verifica o confirma el lema de que «todavía hay clases», incluso a la mesa de un banquero. También nos permite vislumbrar a qué temperatura se vive la vida, esa sutil casuística de humillaciones y privilegios, en la cercanía de ciertos grandes hombres.

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3 comentarios:

J.Luis Gómez Toré dijo...

Una de esas anécdotas que si uno las cuenta en una novela, un cuento, una obra de teatro... parecerían demagógicas y maniqueas. Uno de los problemas de la literatura social es que, a veces, es verdad el tópico de que la realidad supera la ficción. Por supuesto, en el arte la ley es la verosimilitud, no la verdad, pero ejemplos como éste hacen sospechar que la categoría de lo verosímil no es tan ideológicamente neutral como parece a primera vista.
De todas formas, me parece que la crisis está volviendo a hacer visible esa sociedad de clases que, en países como el nuestro, había ido borrando sus huellas...
Gracias por la anécdota. Felices fiestas y un brindis por esta, como siempre, estupenda bitácora, con o sin Château Lafite...

Pepe Ramos dijo...

En uno de los últimos sitios donde trabajé pasé de estar contratado por la empresa matriz a ejercer el mismo trabajo desde una subcontrata. A partir de ese día tuve que acceder al edificio a través del cuarto de los contenedores de basura, no pude volver a usar el comedor de empleados e incluso tenía que ir al servicio del garage. Todo indica a que tendemos a un tipo de apartheid económico en el que la clase media tiende a desaparecer. Qué mentes más enfermas nos gobiernan.

ÍndigoHorizonte dijo...

Tristes hombres, tristes guerras.