viernes, mayo 22, 2009

vértigo

Para ciertos escritores (pienso en Sylvia Plath, en Anne Sexton, en Costafreda, en Pavese incluso –El oficio de vivir–), el más peligroso canto de sirenas es el que ellos mismos ponen por escrito con la inconciencia del niño que acerca los dedos a la toma de corriente. ¿A qué mástil podrían atarse para evitar la caída por la borda, el ahogo entre las bellas melodías que su mano ha conjurado? Profetas de su propia destrucción, en ellos se cumple con fatal puntualidad lo que siempre hemos sospechado de los agoreros: que desean secretamente aquello mismo que anuncian.

9 comentarios:

Alfredo J Ramos dijo...

Pues no sé si estoy muy de acuerdo (o si he entendido bien) este apunte sobre el «Vértigo», que a mi entender tiene sobre todo que ver con una aguda conciencia de la muerte (o más preciso, de la finitud). De tu comentario y su coda sobre lo agoreros podría deducirse que, en el fondo, son semejantes los impulsos de esos ejemplos que citas (rescatando, de paso, el algo olvidado nombre de Costafreda) con los de, por sólo insinuar un ejemplo, las jeremiadas de algunos políticos cuyo nombre contiene alguna forma de azar o fisura.

Jordi Doce dijo...

No descarto que ésta sea una de esas ocasiones en las que mi gusto por la brevedad me juega una mala pasada. La idea, tampoco demasiado original, es que ciertos escritores, al ensayar por escrito sus tormentas psíquicas, sus disturbios emocionales, incluso, como en el caso de Plath, Sexton o Costafreda, al representar poemáticamente su propio suicidio (esto es un caso extremo), lejos de exorcizar la muerte, la convocan, se aproximan a ella, de manera que la escritura se convierte, en cierto modo, en profecía. Abrazo, j12

camaradeniebla dijo...

Estoy de acuerdo contigo. El "pensamiento mágico" hace que las cosas sean reales, efectivas.Gracias por el apunte.

Anónimo dijo...

Como dijo Nietzsche, "Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti."...

Anónimo dijo...

Tengo que decirte, Jordi, que si bien llevas una línea ejemplar en tu personalísimo blog, hoy --día triste, día jodido para los que quisimos a Conte y aprendimos de él tantas cosas, aprendimos más que nada a leer con entusiasmo contagioso, con criterio compartido--, hoy coincido con Alfredo J. Ramos. ¿Quien no anuncia lo que desea, así sea su fin?
Pero tienes tú razón cuando dices que la concisión te la ha jugado. Lo terrible en estos casos, sean los suicidas que bien traes a colación, sean los amigos que se nos mueren, es que nadie puede consolar al muerto de su muerte, que dice --y dice bien-- Berna Wang.
Con un abrazo,
Miguel Martinez-Lage

raúl quinto dijo...

las palabras a veces tienen más peso de lo que creemos, y en esos autores, puede, lo que hacen es dotar de mayor dosis de realidad lo que en un momento pueden ser sólo ensoñaciones... pensar en el suicidio, a ratos encontrarlo como una salida, y además trabajar con él como tema o materia para el poema puede llevar a unir lazos con mucha facilidad. Creo que es algo muy humano, aunque no estoy muy seguro de que sea la escritura la que convoque al suicidio o al revés, sino un desarrollo imbrincado donde deseo y arte crecen y se desbordan uno al otro. Por eso, entre otras cosas, escribir es peligroso, porque las palabras también acaban transformándonos.

un saludo.

Anónimo dijo...

mejor dicho, imposible!
yolanda

Cassioppeaboreal dijo...

LE DIGO A MI HIJO
(sobre una idea de Brecht)

Arvo Zip: 72 años.
Sus Obras fueron publicadas por Ross & Japlan,
con prólogo del gran Uleg Gosbo.
Se voló los sesos en su cuarto del hotel Potwi
porque ya lo había abandonado la inspiración.
Dejó carta.

Elodika Amenidofflas: 35 años.
Obtuvo el codiciado Premio Yami de Oro
por sus actuaciones en el filme Bolbe Ik Sardaz.
Murió por sobredosis de barbitúricos.
Ultimamente tenía problemas con los
productores
a causa de los primeros planos.
No dejó carta.

Lim Pocmio: 48 años.
Maitre del Naktionel Simbeck Ballet Grupi.
Fue apuñalado por un bailarín del cuerpo de
baile
a la salida del aeropuerto de Candysburg.

Walaz Telemaco: 51 años.
Escritor laureado con la Orden Oaszith de
Primer Grado.
Murió aplastado por una roca
cuando trabajaba en su monumento a Brancusi.

Vefargo Mado: 39 años.
Poeta.
Su libro La edad que viene
mereció el Premio Rilke.
Murió de un infarto
mientras hacía el amor
con una joven admiradora de sus versos.

Por eso yo siempre le digo a mi hijo:
estudia matemática,
hazte agricultor o militar
porque el arte
mata.

LUIS ROGELIO NOGUERAS.

Estimado Jordi:
Al leer tu "Vértigo" y los comentarios de tus visitantes, no pude sino recordar esta poesía del cubano Nogueras.
Como siempre, un placer leerte. Gracias por el tiempo que dedicas a este espacio, y que nos permite a todos disfrutar y reflexionar.
Gabriela.

Jordi Doce dijo...

Veo que hay opiniones para todos los gustos y que el jurado está dividido. Supongo que tienes razón, Miguel, y que tal vez me he dejado llevar por una síntesis excesiva, que elimina o excluye los matices. No lo sé: tenía en mente, o recordaba muy a lo lejos, un comentario de Ted Hughes sobre los últimos poemas de Sylvia Plath, en ese mismo sentido. Como si esos poemas, por la peculiar belleza y definición verbal de sus invocaciones a la muerte, la hubieran atrapado en su hechizo...
Gracias por vuestras lecturas. Y saludos a todos, J12.