Literaturas de España en la FIL de Guadalajara
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La presente semana ha estado signada por muchos artículos que, desde
distintas perspectivas, aluden a España. Por eso, tal vez sea interesante
concluirla ...
Hace 1 hora
6 comentarios:
Los trenes de cercanías inspiran mucho. Recuerdo cuando pasé un mes en Buenos Aires, en enero 2002, viviendo en casa de una amiga, en las afueras. El claxon (no silbido ni pitido ni sirena) de los trenes que llegaban a la estación de Don Torcuato. Es un sonido que me resultaba profundamente humano, como todo lo que tiene que ver con los trenes. En el silencio de la noche, a veces durante la calma de la siesta, ese darse cuenta por una cierta sensación de freno que llena el aire, de que un tren había llegado a la estación.
Y muy poco después ese claxon (no silbido ni pitido ni sirena) al que seguía, instantes más tarde (nunca era simultáneo) el atenuado fragor de los vagones corriendo por los rieles. Leyendo ahora tu texto, Jordi, he rememoriado todo eso. Vale.
Pues el tren de cercanías que yo cojo cada día, apesta.
Lo que comenta Esther (que me juego mi única corbata de Armani a que no es tu amiga Esther Andradi, de Berlín, Jordi) demuestra que tiene una cierta confusión acerca de lo que supone la escritura literaria. No se escribe buena literatura con agua de Colonia, hasta "El perfume" está más bien escrito con sangre. El comentario de Esther me recuerda pues un poco la escandalizada toma de conciencia de Swift de que Celia, su amada Celia, c... (los puntos suspensivos son del propio Swift, y a mí siempre me han parecido una metáfora visual de lo que hace Celia y escandaliza a su amante).
Detesto los pitidos del tren al cerrarse.
Querido Ricardo Bada [sonido de pedorreta]
Querida Esther, cada cual es muy libre de expresar su alma de la manera más congruente y fiel a sí misma. Vale.
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