Frases muy particulares que no sólo valen menos fuera de su contexto original, sino que pierden todo su valor en otras bocas: están asociadas a sus dueños como el pétalo a la flor. Decirlas es un pecado de nuevo rico, la demostración más palpable de que no se ha entendido nada.
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Palabras que abandonan su lugar en la frase y vagan, como gatos raídos o viejos elefantes, buscando un lugar tranquilo donde caerse muertas.
Malas noticias que llegan de los Países Bajos
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El pasado 20 de noviembre, *Alejandro Gamero *publicó la siguiente noticia
en el blog La Piedra de Sísifo. Aquí se habla de por qué los editores,
llegado...
Hace 58 minutos
1 comentario:
¡Caray! Te gusta romper la tranquilidad, ¿no?
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