viernes, enero 28, 2022

tiempo ganado


 

Clive James, Fin de fiesta. Últimos poemas, edición y traducción de Luis Castellví Laukamp, Valencia, Editorial Pre-Textos, 2021, 160 págs.

 

 

Desconocido en España, el australiano Clive James (1939-2019) fue una celebridad en Inglaterra, su país adoptivo, primero como crítico de televisión para The Observer en la década de 1970, donde creó un estilo propio, culto y desenfadado; y luego como presentador en la BBC, donde destacó gracias a su inteligencia curiosa y su ironía risueña. Pero su pasión primera fue la literatura, y en concreto la poesía. Autor de novelas, letras de canciones, libros de viaje y de divulgación, se inició como autor de poemas épico-satíricos que retomaban el ejemplo de Swift o Alexander Pope. Y es que había algo decididamente dieciochesco, en el mejor sentido del término, en su relación con la escritura, que encaró sin prejuicios, con un dominio absoluto del oficio y la voluntad horaciana de «entretener y aleccionar».

 

Gran lector de Larkin, al que dedicó un libro ejemplar (Somewhere Becoming Rain), su poesía se fue haciendo más íntima y reflexiva con los años. En 2010, la enfermedad lo apartó de los focos y le permitió centrarse en la creación. De esa etapa datan dos libros señeros, Sentenced to Life (2015) e Injury Time (2017), que son los afluentes que nutren esta muestra de 41 poemas, modélicamente traducida por Luis Castellví Laukamp con rigor métrico y un oído impecable. Basta leer la elegía inicial, conmovedor homenaje al padre, enterrado en el cementerio de guerra Sai Wan de Hong Kong, o los poemas en que dialoga sin almíbar con su nieta, la pequeña Maia, o el tono estoico, lejos de todo patetismo, de sus soliloquios, para comprender que estamos ante un poeta genuino, en el que inteligencia y emoción van en todo momento de la mano. Así estas «lecciones de tinieblas», como él mismo las llama, que son también la ocasión para mirar atrás sin ira y hacerse perdonar sus errores: «Mi experiencia… Debí ser más amable. Es mi destino / reconocerlo tarde y a deshora». Una revelación.

 


Publicado originamente en La Lectura de El Mundo, 14 de enero de 2022.

 

 

 

lunes, enero 24, 2022

cuerpo elocuente

 

 

Julieta Valero, Mitad, Madrid, Vaso Roto Ediciones, 2021, 122 páginas.

 

 

La publicación el año pasado de Niños aparte (Caballo de Troya) hizo pensar a muchos lectores de Julieta Valero (Madrid, 1971) que la sustancia narrativa de sus primeros poemarios había migrado a la prosa, configurando un relato de relatos en el que encontrábamos muchas de sus marcas temáticas y de estilo: esa lengua propia, extrañamente barroca y austera a la vez, que se interrogaba sobre los vínculos familiares y sentimentales, las vetas de la propia identidad, la fuerza de la pertenencia, el asombro de ser y estar en el mundo…

 

Y es que Mitad ahonda en el proceso de condensación y despojamiento que Valero ya inició en Los tres primeros años (2019), también en Vaso Roto. El decir, aquí, se ha vuelto corto y erizado, hecho de fulguraciones y transiciones rápidas, rupturas sintácticas y esos neologismos tan suyos de estirpe vallejiana. Los 104 poemas que componen el libro (dividido en tres partes más una coda: «Frontal», «Cuerperio» y «Mitad») arrancan en una clave sentenciosa («La intemperie que esto es. La casa que esto es»; «No somos de lo que queda somos / de lo perdido) que no tarda en complicarse y hacerse maleable con preguntas, apartes, la inserción de la oralidad y el uso de ciertas imágenes («Una luz en el esternón que / me pone de pie me ahoga») que no son estrictamente sinestésicas, sino el modo en que la autora busca borrar cualquier traza de dualismo, reparar la brecha cuerpo/mente y devolver la primacía al instinto, la inteligencia implícita de la sangre.

 

Porque no nos engañemos. Aunque esta poesía haya reducido su componente narrativo, aquí se sigue contando una historia; y la historia de Mitad es justamente el trauma de la pérdida y la separación, el duelo que sigue a la ruptura, pero también el diálogo con la hija («Una demanda de ser que / no soy yo pero sabe / mi nombre»), el aprendizaje de la maternidad y el abanico de emociones que despierta (alegría, sorpresa, culpa, incertidumbre…). Y detrás, como telón de fondo, el imán del deseo y la plenitud erótica, la búsqueda legítima de la felicidad: «no olvides que tú y yo / sabemos también prosperar hacia el cielo».

 

La escritura en Mitad es a la vez franca y perspicaz, cálida y desafiante. Lo exige no sólo el carácter voluble de la vida, sino también «esta distancia por recorrer» que cierra el libro con hambre de futuro. O lo que es lo mismo: sin cerrarse a nada.

 

 

Versión extensa de la reseña publicada en La Lectura de El Mundo, 14 de enero de 2022.