lunes, marzo 07, 2022

poemas para cuidar el fuego del mundo

 

 


 

María Ángeles Pérez López, Incendio mineral, epílogo de Julieta Valero, Madrid, Vaso Roto, 2021, 90 págs.

 

María Ángeles Pérez López (Valladolid, 1967) ha hecho de la diversidad formal uno de los rasgos distintivos de su poesía. Es, en realidad, una estrategia –un reto– que le permite abordar una y otra vez el mismo territorio y así obtener mapas distintos pero complementarios, o que acaban formando un mapa mayor. Si en Atavío y puñal y Fiebre y compasión de los metales la horma generadora era el endecasílabo blanco, usado con ductilidad y maestría, en Diecisiete alfiles fue el haikú, impregnado ahí de subjetividad y anhelo, «con su vocación de relámpago que todo lo ilumina».

 

Los quince poemas en prosa de este Incendio mineral parecen moverse en el extremo contrario, fruto de un deseo –cumplido– de articulación que toma recursos del ensayo, la viñeta descriptiva o la reflexión íntima para plasmar y hacer visible la red que une todas las cosas, la sustancia común que aflora en sus manifestaciones incesantes: lo vivo y lo mineral, lo animado y lo inerte. Lo apunta Julieta Valero en su esclarecedor epílogo: esa «necesidad de la voz de hacerse transitiva con todos los habitantes y materiales del mundo». Pero también la poeta desde el minuto cero: «Mi cuerpo choca contra los pronombres […] No es cierto que sean cáscaras vacías: son vísceras y plasma en la transfusión que cede cada uno de nosotros».

 

El diálogo con otros poetas y voces afines vuelve a estar en la raíz de esta escritura, que es también «esta extrañeza que llamaron vivir». Lejos de ella las proyecciones del yo ensimismado o la inclinación a ver en los demás un reflejo de lo propio: «Porque tú no eres suficiente para ti».

 

Hay algo muy seductor en este libro que surge no sólo de su coherencia tonal, sino de la convicción con que rastrea y atesora, «en ti, partículas lejanísimas de estrellas y otros parientes, piedras, peces, patronímicos […] todos ellos te bendicen y completan». Lo cantaba Joni Mitchell: «somos polvo estelar, somos de oro». Y Pérez López lo remacha con palabras atentas, tan precisas como elásticas.

 

 

Publicado originalmente en La Lectura de El Mundo, 18 de febrero de 2022.

 

 


 

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