viernes, septiembre 11, 2009

blake en ámbito cultural


Hay muchos Blake, y yo los he ido descubriendo poco a poco, a lo largo de los años. El Blake de las Canciones de Inocencia y Experiencia me ha interesado desde siempre. Esa capacidad para crear poemas redondos, exentos, que preludia la concepción escultórica del texto tan querida por los simbolistas, nunca ha dejado de fascinarme: poemas como «Londres», «El tigre» o «La rosa enferma» son insondables, inagotables; volvemos a ellos una y otra vez y siempre los encontramos vivos, siempre nos inquieren y nos asombran. Luego, en Blake hay un poeta con un ojo agudo y muy entrenado para la estampa costumbrista: «Jueves Santo», «El pequeño vagabundo» o «Londres», de nuevo, son capaces de levantar la escenografía de la ciudad que era entonces, a caballo entre la capital provinciana y algo destartalada del dieciocho y el monstruo imperial en que se convirtió en el curso del diecinueve. Londres está mucho más vivo en esos versos que en el soneto triunfalista que Wordsworth dedica al puente de Westminster.

Luego está el Blake de los epigramas, que es una versión más irónica y desenfadada del poeta de las canciones: son fragmentos feroces, de gran lucidez y penetración psicológica, y en los que Blake demuestra que era un buen observador de la naturaleza humana. Y que ningún sentimiento le era ajeno, porque ahí comparecen el rencor, la ira, el deseo, la frustración, pasiones demasiado humanas, si se quiere, que él sintió y anotó con la misma naturalidad con que hablaba de sus visiones y sus ángeles…



Así empieza «Las mil caras de Wiliam Blake», una charla con Marta Agudo sobre mi edición de su poesía en Visor que acaba de aparecer en Ámbito Cultural. Otra entrevista, otro fruto tardío de la primavera que ve la luz ahora, casi cuatro meses después, y que tiene algo de ensayo a dos voces. Tengo la sensación de que me ha permitido decir cosas sobre Blake que no siempre encuentran fácil acomodo en introducciones o textos críticos. Por cierto, la imagen, maravillosa, reproduce uno de los grabados que el artista inglés realizó para ilustrar el Infierno de Dante, en concreto el canto V, el dedicado a los amantes cuyos espíritus aparecen en torbellino antes de dar paso a la historia de Paolo y Francesca.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

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Ricardo Bada dijo...

Leyendo un libro de Bataille, hace años, aprendí de memoria un epigrama de Blake:
«Lo que muestra en su rostro la ramera,/ la expresión del deseo satisfecho, / nuestra esposa mostrárnoslo debiera».
Realmente feroz, pero también me remite a aquella pregunta que dizque hacían las putas inglesas al final de su tarea: "Do you feel beter now, darling?"
Sea como fuere, me encantará leer a Blake traducido por ti, es una garantía. Vale.

Óscar Santos Payán dijo...

Enhorabuena de nuevo. Un abrazo

Unknown dijo...

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Jordi Doce dijo...

Gracias a todos, con retraso pero gracias. Y Melchor, creo que eres el Melchor que imagino, mil gracias por tu lectura y tus palabras. Echo de menos unas buenas conversaciones a tres voces con el señor del ábaco. Será en las islas, no sé cuándo. Tu compañía y tu lectura son un honor, realmente. Abrazo grande, J12