miércoles, septiembre 30, 2009

peter redgrove / el objeto


El objeto

El objeto bien pudo
haber sido una diminuta
estrella de mar fósil;

sabía a piedra, pero
sus cinco brazos
traían consigo el sonido

del agua. Estrellas semejantes
tachonan el firmamento
del lecho marino, y recordé de un libro

las balsas ceremoniales
de los polinesios, trenzadas con juncos
en forma de estrella,

ágiles astros transportando
sobre el agua
gente y ganado; pensé en ciudades

(Washington, París) construidas
en forma de estrella por el
arquitecto de Napoleón, también

en cómo se decía que había tantas
personas sobre la tierra como estrellas
visibles a través de los prismáticos,

y me pregunté si en aquel
resto polvoriento algún alma habría
encontrado su forma última, un astrólogo

o astrónomo tal vez, profesional
o ferviente amateur, de observaciones
duras de roer pero estrelladas.




Otro poema de Peter Redgrove, para profundizar un poco en su trabajo. Otro poema construido sobre una cadena de analogías y metamorfosis que se resuelven en una conclusión entre luminosa y humorística, llena de humanidad. Los finales de Redgrove son siempre poco previsibles (aunque a veces, de tan anticlimáticos, puedan resultar planos), y éste no podía ser menos: un broche circular que enlaza, emparentándolas, la figura humana del hablante con la del «astrónomo» mencionado en los versos finales.

Este poema apareció primero en Abyssophone (Stride, 1995), uno de los muchos libros en los que a lo largo de su vida fue dando los poemas que sus editores dejaban fuera de sus poemarios, digamos, importantes. Redgrove no entendía estos descartes, se rebelaba contra ellos, y dos o tres meses después de publicar un libro con Cape publicaba otro de igual extensión en una firma modesta como Stride con todos los textos que su editor de Cape había suprimido. Así que «El objeto», dentro de la economía redgroviana, tiene algo de poema menor. Y, sin embargo, hasta en estos presuntos divertimentos logra conmovernos con su imaginación y su capacidad lúdica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He podido leer algunos de los poemas de su libro At the White Monument, y sí es cierto que tiene un humor peculiar, un cambio de registro de lo solemne a lo humorístico que hacen esos poemas únicos. Seguiré leyéndolo, gracias por la traducción y por el poeta.

Mario

Jordi Doce dijo...

Gracias a ti, Mario. "At the White Monument" es un libro de la primera época, creo recordar, sólo he leído los poemas que aparece en sus antologías, y son todos estupendos. Un saludo, J12