lunes, octubre 05, 2009

sobre ruedas

Tener una cámara en las manos es subirse a un vehículo que nos pasea entre las cosas sin tocarlas. Barremos la escena para encontrar el asunto, el encuadre, giramos el objetivo para acercar o alejar la imagen, ajustamos la velocidad, graduamos la luz, nos adentramos en el mundo desde un recuadro que podría ser la ventanilla de un coche o de un vagón de tren. Es la cámara la que toma las riendas, la que dirige nuestro mirar y nuestra impaciencia, la que media con las cosas a fin de hacerlas más presentes, destacarlas y revelarlas, ponerlas a desfilar con descaro ante nosotros. Es la cámara la que nos conduce, la que nos lleva y nos trae por éste, el imposible mundo, y lo hace posible.

2 comentarios:

Antonio del Camino dijo...

Jordi, aunque no siempre deje rastro de mi paso por esta bitácora, siempre es un placer asomarse a ella y disfrutar (y aprender) con tus reflexiones respecto al mundo que nos rodea y que, de tan cerca, a menudo cuesta verlo. Tu palabra, sin duda, ayuda a abrir nuestro ángulo de visión y, al tiempo, percibir el detalle.

Gracias por compartir.

Un cordial saludo,

Antonio

Jordi Doce dijo...

Mil gracias, Antonio, tus palabras me conmueven y me alegran. Estas notas son como botellas que uno arroja al mar virtual y siempre es bueno saber que encuentran destinatario. Un saludo cordial, J12