viernes, septiembre 30, 2011

hotel, club, diario

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foto: harry pearce


Comienza el curso, al fin, aunque el verano se niega a irse y sigue pisando los últimos días de septiembre con una luz capaz de despejar los humores más sombríos. Y, coincidiendo con este inicio de temporada, el Hotel Kafka abre las inscripciones para el Máster de Escritura Creativa (el módulo de poesía se impartirá durante el segundo trimestre, de enero a abril) y también para el Club de Poesía que inauguramos este año: una ocasión para compartir lecturas, inquietudes y deslumbramientos. Comenzamos el 7 de noviembre con Residencia en la tierra de Pablo Neruda y luego el 21 del mismo mes con Las personas del verbo de Jaime Gil de Biedma (luego seguiremos con Zbigniew Herbert, Luis Cernuda y John Ashbery, entre otros). Como veis, un menú de lo más variado. Os copio los dos párrafos de presentación del Club de Poesía y os invito a matricularos si vivís en Madrid: se trata de leer, de compartir lo leído (lo pensado) y, en general, de pasar un buen rato.



El Club de Lectura de Poesía del Hotel Kafka no quiere ser más –ni menos– que un espacio de encuentro, de diálogo, de interrogación, de debate y de aprendizaje en torno a esos libros sin los cuales difícilmente seríamos lo que somos, o querríamos ser lo que no somos. Desde clásicos de la vanguardia histórica a trabajos contemporáneos, queremos acercar lo más vivo, lo imprescindible, lo más provocador para la inteligencia y los sentidos (la única provocación que vale la pena), ponerlo en comunidad, entrar y salir de su círculo de tinta para entrar y salir de nosotros mismos, escarbar en sus entrañas o sus motores y borrar la pátina que el tiempo, a veces, pone sobre páginas que, bien miradas, bien leídas, siguen teniendo tanta o más vida –siguen siendo tan (im)pertinentes– que cuando fueron escritas. Nos mueve el convencimiento de que nadie puede ser poeta si antes no ha sido lector –obsesivo, compulsivo– de poesía, si no experimenta el asombro, el íntimo deslumbramiento, el secreto placer de quien, al leer, siente que las palabras de otro le están leyendo, rehaciendo, cartografiando el territorio siempre confuso de su propia identidad.

Nuestro método de trabajo es sencillo. Para leer, como para escribir, hay que quedarse a solas. Leeremos por tanto, primero, cada uno por nuestra cuenta. Y luego, cada quince días, nos reuniremos para debatir, interrogar (al libro y a nosotros mismos), dar nueva vida a las palabras con el firme propósito de que ellas nos den un poco más de la suya. Echaremos mano de nuestra inteligencia y nuestra memoria, de nuestros sentidos y nuestras emociones, y de una experiencia vital que incluye también todo lo que hemos leído y pensado y visionado. Se trata, en fin, de disfrutar y aprender de la poesía en un entorno de cordialidad cómplice que no excluye el rigor y la indagación. Si la poesía es, en gran medida, el espacio de la palabra en libertad, quizá su lectura y su frecuentación nos ayuden a ser un poquito más libres.



Entretanto, Antonio José Ponte sigue haciendo de las suyas y ha decidido publicar una nueva selección de mis perros playeros en Diario de Cuba. Esta vez lo ha titulado «Lo que es invisible de tan grande» y la frase, sin duda, es la definición más certera o precisa de su hospitalidad.

1 comentario:

Silvia dijo...

Vaya menú tan irresistible...¡enhorabuena!
Aquí, fuera de Madrid, seguiremos la actividad del Club Kafka por estos y aquellos ciber-lares. Me ha gustado mucho eso de ¡"sentirse cartografiado"! ¡Me apunto al Club (versión e-club)!
Saludos