Frases muy particulares que no sólo valen menos fuera de su contexto original, sino que pierden todo su valor en otras bocas: están asociadas a sus dueños como el pétalo a la flor. Decirlas es un pecado de nuevo rico, la demostración más palpable de que no se ha entendido nada.
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Palabras que abandonan su lugar en la frase y vagan, como gatos raídos o viejos elefantes, buscando un lugar tranquilo donde caerse muertas.
Un diálogo con los editores de Chai
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El 29 de abril pasado, *Valeria Tentoni* publicó en el blog de Eterna
Cadencia una entrevista con *Soledad Urquía* y *Santiago La Rosa*, dueños y
director...
Hace 1 hora
1 comentario:
¡Caray! Te gusta romper la tranquilidad, ¿no?
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