Sale uno con la lluvia pisándole los hombros y descubre en el arcén un par de zapatos de mujer que el agua ha terminado
de arruinar. Cuesta pensar que alguien tire unos zapatos así a la calle.
Están entre dos coches, casi ocultos, y tienen algo de pájaro que ha
quedado muerto en el asfalto, un pájaro sucio y con las alas rotas. Nunca fueron
gran cosa, esas alas, pero al menos su dueña sabía emplearlas para dejar la
tierra un instante, pasar volando.
Educar al soberano: una cruzada de papanatas
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Los fragmentos que siguen a continuación constituyen un breve fragmento
introductorio de un artículo publicado en el diario argentino InfoBAE el
pasado 2...
Hace 8 minutos
2 comentarios:
Fantástico
que no sea uno solo.
Con alas puede ser más fácil pisar volando.
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